Corea del Norte anunció ayer que reactivará todas sus instalaciones nucleares, incluido el centro de enriquecimiento de uranio y el reactor atómico de cinco megawatios en Yongbyon, detenido en 2007 en el marco de un acuerdo de desnuclearización a cambio de ayudas económicas internacionales y garantías de seguridad a Pyongyang. El reactor de Yongbyon era la única fuente de plutonio para el programa nuclear norcoreano y le habría permitido construir entre 4 y 8 bombas atómicas. Corea del Norte dispone de grandes reservas de uranio en su subsuelo. Los expertos occidentales temen que el complejo de Yongbyon sea reconvertido en una unidad de enriquecimiento de uranio capaz de producirlo a escala militar y temen que Pyongyang haya logrado recientemente -concretamente con motivo de su último lanzamiento del pasado mes de febrero- fabricar bombas nucleares con uranio, un proceso técnicamente más difícil.

Fuentes oficiales norcoreanas situaron la reactivación del complejo en la voluntad de «reforzar nuestro arsenal nuclear en calidad y cantidad» y en resolver «las graves penurias de electricidad». A nadie se le escapa que el anuncio es una nueva medida de presión para sentar a EEUU en un diálogo directo tras cinco años de parón (2008) en las negociaciones a seis bandas (China, Japón,. Rusia y las dos Coreas). Todos los países implicados mostraron su preocupación por la decisión.

Seúl y Tokio no tuvieron empacho alguno en exigirle que mantenga sus compromisos en el marco de una negociación que se reconoce bloqueada. La presidenta surcoreana fue más allá y compatibilizó esta petición con la defensa de ataques preventivos -disuasión militar- para «impedir siquiera la posibilidad de que Corea del Norte se plantee las provocaciones».

China, por su parte, pidió «calma» a todas las partes y, tras insistir en que las sanciones no solucionarán el problema, pidió la reanudación de las negociaciones. En la misma línea, Rusia reiteró su oposición a «aquellos pasos que aumenten la tensión, independientemente de quién los dé», y advirtió del «gran riesgo de que la guerra sicológica se convierta en guerra abierta».

No parece que EEUU se sienta interpelado, habida cuenta de que ayer mismo anunció el despliegue en las costas coreanas de un destructor con capacidad para interceptar misiles.

El «USS Fitzgerald» tenía previsto atracar en su puerto habitual de Japón cuando viró hacia Corea. El anuncio coincide con la publicidad a la llegada a la zona de bombarderos B-52 y B-2, así como de cazas F-22.

El que fuera jefe negociador de EEUU con Corea del Norte Christopher Hill ha alabado el despliegue de bombardeos y de la VII Flota desde Japón y criticó a su vez que «los norcoreeanos parecen dispuestos a jugar a la política del riesgo caldulado y llevarla al mismo límite de la posibilidad de un conflicto».