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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El sistema hace agua

Como bien publicaba este diario hace un par de días, lo único que les faltaba era una infanta imputada. La monarquía española, con el campechano cazador de elefantes a la cabeza, hace agua por todos los flancos, y con ella un sistema que hizo del favorito de Franco su Jefe de Estado. Ayer había muchos comentarios sobre el tema, y hemos rescatado dos de «Elconfidencial» para esta lupa. Uno, firmado por Antonio Casado, un habitual de las tertulias televisivas, que sentenciaba: «La monarquía parlamentaria no tiene quien la defienda». En su comentario, Casado escribía que «a la espera de que se decanten algunas iniciativas de los grupos, lo cierto es que en una monarquía parlamentaria como la nuestra el Parlamento se está enterando por los medios de comunicación de lo que le está ocurriendo a la Monarquía. Y eso es anómalo, en la forma y en el fondo. Sobre todo cuando con ruido en la calle y sordina en los medios políticos, todo el mundo habla del desprestigio de la Corona, el daño para la `Marca España' y el incierto futuro de la Monarquía». Una sigue sin poder aguantarse la risa con lo de la `Marca España'.

En el mismo digital, Irene Lozano señalaba que «el problema de la infanta Cristina, al ser imputada, no es de naturaleza penal ni mucho menos carcelaria. A buen seguro, esas leyes que se retuercen para indultar a un corrupto, esos acuerdos de conformidad y toda la retahíla de mecanismos de cuasi impunidad, sabrán moldearse para que no ocurran percances graves. El problema es de naturaleza política». Y tanto que sí. Lozano se pregunta «¿Por qué la boda de Cristina con Iñaki Urdangarin se publicó en su día en las páginas de Nacional de los periódicos y no en las de «Ecos de sociedad»?», y ella misma responde «no por un capricho de la prensa, sino por sus consecuencias políticas, relativas a la sucesión de la Corona. Como la Jefatura del Estado es la máxima representación de este, en el plano nacional y en el internacional, casi todo lo que le ocurre se convierte en un acto político. Y atentos, porque estamos hablando de la arquitectura institucional del Estado». Y al respecto, concluye que «lo que le está sucediendo a la Monarquía es, ni más ni menos, lo mismo que a otras instituciones claves del Estado: la pérdida de legitimidad. El sistema democrático que se levantó en la Transición, cuya cúspide es el Rey, hace agua». Igual es porque realmente no es tan democrático, ¿no?

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