El argentino quiere dar buena imagen en Sevilla
Bielsa rescata su libreto
«Jugar bien, ganar contra un rival de entidad y como visitante nunca lo hemos cumplido esta temporada», reivindica el técnico.
Joseba VIVANCO
Marcelo Bielsa no puede estar satisfecho. Ganar como se hizo ante el Granada no tiene hueco en su teórica forma de ver el fútbol, por mucho que jugar con tres centrales y perder cualquier protagonismo ofensivo sea culpa suya, amén de unos jugadores que no están para echar cohetes, dibuje su jefe sobre el campo el diseño que dibuje. «Nosotros no podemos ser un equipo especulativo, un equipo sin iniciativa, un equipo mezquino, no porque esté mal actuar de esas tres maneras, sino porque el espíritu del equipo es el contrario, y alguna vez fue una ambición de la forma de jugar del equipo. Yo no puedo actuar en contra de lo que siento y lo que pienso, porque el entrenador sólo convence a través de decir lo que siente y lo que piense, y que el futbolista se dé cuenta que es cierto», defendió el técnico argentino el 28 de febrero pasado. Ayer, como tras la angustiosa victoria ante el Valencia, Bielsa volvió a reivindicar el buen juego por encima del resultadismo, aunque su juego y sus hombres en sala de prensa digan lo contrario.
El presidente Josu Urrutia ya dejóaclaro esta semana que lo primero es conseguir esa tranquilidad que dan los puntos. Su entrenador, en cambio, no puede sino sostener su catecismo futbolístico aunque predique en el desierto, sobre todo para al menos adecentar en este final de temporada una campaña para olvidar. Alcanzar la tranquilidad sí, pero no es menos cierto que el Athletic no puede dar en estos nueve partidos que quedan una imagen tan impotente y anodina como la ofrecida en el último mes.
El Sánchez Pizjuán, tenía razón ayer Bielsa, y el Sevilla mismo no es un territorio para ir a ver qué cae, si cara o cruz. No es un partido de esos de a ver cómo discurren los primeros minutos y luego ya se verá. Como tampoco lo será la última visita del Real Madrid a La Catedral, ni la del Barcelona dos semanas después. Son partidos ante equipos de entidad donde no se puede seguir arrastrando una imagen indolente.
A este Athletic se le debe exigir más que mendigar seis puntos tranquilizadores, aunque la tozuda realidad nos diga que el equipo, tanto individual como en conjunto, no está para florituras. Osasuna, Valencia, Getafe y Granada fueron unos lamentables termómetros del nivel de juego actual. Seguro que Bielsa es consciente y, aunque lo primero sea la salvación, al argentino le debe crujir en lo más íntimo la cara tan poco aseada que están ofreciendo los suyos.
Por eso ayer reivindicó lo suyo, su propuesta futbolística. «Tenemos la ilusión de abandonar la dinámica que hemos llevado esta temporada con una actuación importante contra un rival importante y, además, como visitante».
Objetivo en Sevillla
Sin levantar sus anteojos por encima de las cejas en los diez minutos que duró su comparecencia, Bielsa enarboló claro su mensaje: «Jugar bien, ganar contra un rival de entidad y hacerlo como visitante, nunca lo hemos cumplido esta temporada y lo tenemos como objetivo. Ojalá pudiéramos darnos una victoria de este tipo». El argentino se reivindicó. Demasido juego «mezquino». Demasiada «clasificación, amigo». Quiere ganar, pero también jugar como meses atrás, unos cuantos meses atrás es verdad, cuando el mejor Athletic asombró a propios y extraños.
Hablamos de la temporada pasada y aquí Bielsa asumió que «para este temporada yo imaginaba unas posibilidades similares, idénticas, y no se han cumplido», palabras que chocan con las de hace unas semanas cuando aseguró que lo ocurrido entraba dentro de sus cálculos. Mañana, en Sevilla, hay tres puntos en juego, pero también el órdago de Bielsa a sus jugadores. Toca ganar sí... y jugar bien.
Marcelo Bielsa adelantó ayer su once ante el Sevilla, con la presencia de Ibai Gómez y la única duda de si jugará finalmente Aduriz o lo hará Llorente. La evolución del donostiarra hoy y mañana determinará esa alineación titular.
El juvenil de División de Honor de Gontzal Suances puede proclamarse esta tarde (17.30) campeón si arranca al menos un punto en su visita al Antiguoko, cuarto, a falta de dos jornadas más. Le saca 8 puntos a Osasuna, segundo.
José Bilbao, Areta III, José María Maguregi, César, De la Fuente, Ferreira, Juanjo Valencia, Aitor Ocio, son los jugadores que han vestido ambas elásticas, la bilbaina y la sevillista. Pero hay un vizcaino, más en concreto de Portugalete, que hizo historia en el club del Nervión sin pasar por San Mamés. Hablamos de José María Busto Llano, que defendió la portería andaluza durante nada menos que 17 temporadas y fue dos veces Trofeo Zamora. Busto; Joaquín, Villalonga; Alconero, Antúnez, Eguiluz; López, Arza, Araujo, Herrera y Campos. Ese fue el equipo del Sevilla que el 31 de marzo de 1946 se proclamó, por primera y única vez en su centenaria historia, campeón de Liga. Busto, el portero sevillista de aquella gloriosa tarde, tenía sólo 22 años y desde los 18 era titular en el primer equipo y titular indiscutible durante las 26 jornadas de aquella Liga histórica, como lo recuerda Mario García en su web Porteros vascos de leyenda.
Nacido en Portugalete en 1924, arribó a Nervión en la temporada 1942-1943, procedente «del club que más porteros famosos ha aportado al fútbol nacional, el Baracaldo Altos Hornos», tras pasar por los juveniles del Athletic y hacer el club bilbaíno una infructuosa intentona cuando Busto ponía rumbo al sur. A su llegada tenía ante sí un reto nada fácil, como suponía mantener el nivel de otro guardameta muy recordado en Sevilla, Guillermo Eizaguirre, hijo de vasco pero sevillano de nacimiento, mito del sevillismo de principios del siglo XX y recordado como parte inseparable de aquel Sevilla de la mítica delantera Stuka.
Pero Busto sustituyó con creces a Eizaguirre, fue partícipe de los títulos del equipo y su trayectoria le catapultó incluso a la selección española, debutando cerca de casa, en Baiona, contra la selección francesa, en 1954. Igualmente llegó a debutar en la Copa de Europa contra el Benfica de Lisboa, en 1957. Se retiró esa temporada europea, jugando en tres partidos continentales. Su último partido lo jugó en el Sánchez Pizjuán, ante el Madrid, un 19 de enero de 1958. Se retiró con victoria, por 3-2. En aquel choque se lesionó en un dedo y ya no volvió a los terrenos de juego.
«Forma parte junto con el inmortal Guillermo Eizaguirre, Francisco Ruiz Brenes `Súper Paco' y Andrés Palop, del póquer de cancerberos más importantes en toda la historia del Sevilla», resalta Mario García. El club en el que jugó 339 partidos le agradeció su entrega concediéndole el Dorsal de Leyenda número 1. J.V.