El nuevo primer ministro libanés se compromete a alejar la guerra siria
El nuevo primer ministro libanés, Tammam Salam, elegido ayer con un amplio consenso político, aunque sin una gran base popular que le apoye, se enfrenta a un difícil reto para formar gobierno y adelantó su intención de proteger al país del contagio de la guerra de Siria.
GARA | BEIRUT
El nuevo primer ministro libanés, Tammam Salam, elegido ayer con un amplio consenso, se comprometió a proteger al país del conflicto de la vecina Siria. La elección de este miembro de la oposición llega dos semanas después de la dimisión del Ejecutivo de Najib Mikati, que motivó el temor a un vacío de poder que aumentara la desestabilización de un país ya afectado por la guerra siria.
Diputado de Beirut de 67 años, Tammam Salam obtuvo el respaldo de la mayoría de los grupos parlamentarios, tanto de la oposición apoyada por Estados Unidos y Arabía Saudi, como de Hizbulah, con el respaldo iraní, aunque carece de una verdadera base popular, ni siquiera entre la comunidad suní.
«Me comprometo a hacer salir de Líbano las divisiones políticas que se reflejan en la seguridad y a alejar los peligros de la trágica situación del país vecino», indicó Salam tras ser nombrado en el cargo, y tendió la mano a todos los grupos de la escena política libanesa.
«Soy consciente de que se trata de un período sensible, que hay citas importantes (legislativas en 2013) y espero que los dirigentes políticos seguirán las consultas con el mismo espíritu positivo, para formar un nuevo gobierno», añadió. Aunque crítico con el arsenal de Hizbulah, ha alabado la resistencia contra Israel de la milicia chií. En el seno de la oposición, está considerado una voz «moderada» frente a los «halcones» ferozmente hostiles a Hizbulah. Pero tendrá que llevar a cabo difíciles negociaciones para formar gobierno.
Hizbulah ya se ha mostrado a favor de un ejecutivo de unidad nacional al igual que el líder druso Walid Joumblatt, a la cabeza de un grupo parlamentario clave para elegir gobiernos. «Actuaré para formar un gobierno de interés nacional», se limitó a avanzar Salam. La guerra siria está en el origen de esta crisis política. Mikati dimitió el pasado 22 de marzo por divergencias con Hizbulah en el nombramiento de un jefe de policía hostil al régimen sirio. Varios incidentes en la frontera entre ambos países han aumentado la tensión.
Medios de comunicación y analistas han apuntado la influencia de Arabia Saudí, que apoya a la oposición libanesa, en el nombramiento de Salam. El diario «Al-Akhbar» acusó a Ryad de llevar a cabo un «contragolpe de Estado» forzando la nominación de Tammam Salam. Se refería así a la caída en 2011 del gobierno de Saad Hariri, actual líder opositor, tras la dimisión de varios ministros chiíes que fue tachada de «golpe de Estado».
El presidente sirio, Bashar al Assad, advirtió ayer de que un triunfo de los insurgentes sublevados contra su régimen podría desestabilizar toda la región de Oriente Próximo con un «efecto dominó» y arremetió contra Turquía por apoyar el «baño de sangre» que vive el país.
«Si la agitación que sufre Siria provoca la división del país o si las fuerzas terroristas toman el control (...) la situación inevitablemente se extenderá a los países vecinos y provocará un efecto dominó por todo Oriente Próximo y aún más allá», afirmó Al Assad en una entrevista concedida a una televisión turca. Los disturbios se extenderán «a este, oeste, norte y sur». Esto provocará una situación de inestabilidad que durará años o incluso décadas», añadió. Por su parte, el primer ministro que la oposición siria ha nombrado para los territorios que controla, Ghassan Hitto, inició las conversaciones para formar un gobierno de 11 ministerios cuya autoridad pretende extender a toda Siria, pese a la división que ha provocado su nombramiento y el descrédito de la coalición por el control de potencias como Qatar o Arabia Saudí, a la vez que aumenta el poder de las diferentes milicias rebeldes, atomizadas en facciones. GARA
Al menos quince personas, entre ellas nueve niños murieron ayer en un bombardeo del Ejército sobre el barrio de Maqsud, en Alepo, bajo control del YPG, las milicias kurdas del PYD. Estas, posteriormente, contraatacaron las posiciones del Ejército. La oposición afirma que el régimen trata de implicar los kurdos en los combates.