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X ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DE BAGDAD

«El Gobierno en Bagdad debe caer»

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Atheel al Nujaifi
Gobernador de la provincia de Nínive

En una exclusiva entrevista, Atheel al Nujaifi, destacado miembro de la oposición iraquí y gobernador de la provincia de Nínive, comparte con GARA algunas de las claves de las recientes y masivas protestas en el oeste del país.

Es usted un alto cargo político tanto a nivel regional como nacional. Pero apoya abiertamente las manifestaciones en Mosul. ¿No es ello una contradicción?
Las reivindicaciones de nuestros ciudadanos son completamente legítimas y se están llevando a cabo de forma pacífica. Quieren infraestructuras básicas como el agua y la electricidad, empleo y poder desempeñar un papel activo en el Gobierno de Irak. Hay una evidente falta de equilibrio en el poder tras la invasión en 2003. Son reivindicaciones completamente legítimas.

El Primer Ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha denunciado la presencia «agentes extranjeros»  tras las manifestaciones en las provincias de mayoría suní.
Es difícil creer semejante acusación cuando son cientos de miles los iraquíes que salen a protestar a la calle.

¿Sigue siendo Mosul un refugio seguro para extremistas islámicos?
Si bien la seguridad ha mejorado notablemente en los últimos años, todavía quedan grupos armados operando en nuestra zona, principalmente milicias respaldadas por Irán. Después de la invasión en 2003, Siria e Irán apoyaron algunas células de Al Qaeda en las zonas de mayoría suní para evitar una reestructuración de la sociedad civil local. Así las cosas, no es sorprendente que la mayoría de los ataques en ese momento se realizaran en las regiones suníes para echarnos la culpa a nosotros después. Los estadounidenses también contribuyeron convirtiendo la zona en un campo de batalla en 2004. Se ordenó a la policía local de la ciudad que salieran y nos dejaron en manos de Al Qaeda para poder combatirlos aquí.

Pero a diferencia de otras regiones suníes, Mosul se negó a unirse al programa de los Consejos del Despertar –milicia local respaldada por USA en 2005 que combatió con éxito a Al Qaeda–.
Históricamente, Mosul tuvo vínculos muy estrechos con Saddam Hussein. Las personas aquí eran más leales al régimen anterior y tomaron esa iniciativa como ilegal por lo que se rechazó el proyecto.

Muchos apuntan a que la crisis en la vecina Siria y las tensiones sectarias cada vez mayores en Irak están poniendo al país al borde de una nueva guerra. ¿Está de acuerdo?
El pueblo iraquí está dispuesto a ayudar a Siria porque somos literalmente primos a ambos lados de nuestra frontera común. Sin embargo, no estamos de acuerdo con la ayuda que Bagdad está proporcionando al régimen sirio. No tenemos ninguna objeción respecto a cualquier tipo de apoyo económico pero rechazamos enérgicamente contribuir a que al-Assad mate a su pueblo. Sabemos que los iraquíes están divididos sobre esta cuestión pero no buscamos la separación. En lugar de facilitar el diálogo, la respuesta de Bagdad despliega unidades militares formadas exclusivamente por soldados chiíes en la zona, algo que está completamente fuera del sistema legal. No obstante, creo que hemos pasado por momentos más difíciles pero queremos un cambio en Bagdad. El gobierno en Bagdad debe caer o la situación no hará más que empeorar.

El pasado mes de marzo Bagdad decidió suspender las elecciones locales previstas para abril de 2013 en Anbar y Nínive. ¿Qué razones ve usted tras esta medida?
Al-Maliki sabe que no goza de ninguna popularidad en estas provincias y los resultados sólo serían una prueba flagrante de ello. Sea como fuere, estoy convencido de que las manifestaciones se intensificarán tras esta medida.

Las relaciones entre Nínive y el Gobierno Regional Kurdo también han sido tensas debido principalmente a los territorios en disputa entre Mosul y Erbil. Sin embargo, el año pasado logró romper un boicot de tres años de los políticos kurdos en Nínive.
Todos coincidimos en que la prioridad hoy es llevar la democracia a todo el país. Hoy reconocemos la región federal de los kurdos y también creemos que nosotros merecemos una entidad similar dado que la administración en su conjunto está demasiado centralizada en Bagdad. El tercer punto de encuentro es el presupuesto. Según la Constitución iraquí, Mosul debería obtener un 11% de todo el presupuesto iraquí pero apenas recibimos un 2%. Sin embargo, todavía no hemos llegado a un acuerdo con Erbil en torno a las zonas en disputa.

Bagdad le ha acusado de «vender Nínive a los kurdos» tras las conversaciones que mantuvo con el Gobierno Regional de Kurdistán y la petrolera Exxon en torno a la explotación del petróleo en su provincia.
Al-Maliki ha tratado de retirarme de mi puesto en varias ocasiones tras acusarme de firmar «acuerdos secretos» con los kurdos. Lo cierto es que no hay acuerdo firmado ninguno entre nosotros, únicamente conversaciones sobre problemas de coordinación que nos afectan. La gran paradoja es que, después de toda aquella controversia, Bagdad finalmente llegó a un acuerdo con los kurdos dejándonos a un lado. El Gobierno Regional de Kurdistán está gestionando el problema por su cuenta y, a día de hoy, Nínive no obtiene beneficio económico ninguno del petróleo que está bajo nuestros pies.

Incluso si dichos problemas domésticos son resueltos, ¿puede Irak hacer frente por sí sola a la supuesta injerencia constante de Teherán, Washington o las potencias del Golfo?
Si las fuerzas extranjeras pierden la autoridad directa que hoy tienen en Irak seremos capaces de equilibrar el poder entre kurdos y árabes chiíes y suníes. Las raíces de nuestro problema se hunden en el sistema que los americanos nos impusieron tras la ocupación. Lamentablemente, Washington nos privó de nuestra propia «Primavera Árabe».

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