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Crónica | Acto de Maduro en Vargas

El «conductor» y la hija del comandante ante una marea roja

El pasado de nicolás maduro como conductor de metrobús, ridiculizado por la derecha, constituye una de las bases de su campaña, en la que reinvindica su papel como el de «comandante obrero». Sus mítines, multitudinarios como el celebrado el martes en Vargas, mezclan el homenaje a Hugo Chávez con la música y la reivindicación.

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Alberto PRADILLA

«Si algo ocurriera, que me inhabilitara de alguna manera, mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar, como manda la Constitución, de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro. Se lo pido de corazón». Estas palabras, pronunciadas por Hugo Chávez el 8 de diciembre, antes de partir a La Habana para ser operado, abren todos los actos electorales del candidato del PSUV. Son las 16.00 y la voz del líder bolivariano retumba ante miles de personas que llevan horas aguantando un sol abrasador en la avenida principal de Vargas, limítrofe con Caracas. Frente a la tarima, una marea en movimiento, caótica y emotiva, ataviada con camisetas rojas y que pasa de expresar el dolor por la muerte del líder bolivariano a exhibir la firmeza del «no volverán», dirigido a la oposición. Mujeres mayores con el puño en alto o jóvenes con estética de hip-hop comparten un espacio al que resulta indispensable acercarse para comprender qúe pasa en Venezuela.

«Chávez, lo juro, mi voto es pa' Maduro», corean a lo largo de toda la avenida. El mitin lleva horas en marcha. No con discursos, sino con música. Porque los actos masivos tienen algo de macroconcierto. Esto genera opiniones contrapuestas. Algunos creen que el exceso festivo no respeta lo suficiente la memoria de Chávez, fallecido hace apenas un mes. Otros, como Luis, piensan que «el pueblo venezolano es alegre. No basamos la campaña en una muerte, sino en una vida y un legado».

Lo cierto es que la emotividad y la música generan un ambiente a picos. Antes de la llegada de Maduro, artistas como Omar Acedo desgranan diferentes temas de apoyo a la revolución. En Vargas, estos minutos previos se resumen en el intenso canto de «nuestro comandante» que contó con la presencia de María Gabriela Chávez, hija del líder bolivariano, que subió al escenario a recibir el apoyo de una marea entregada.

Pasadas las 16.30 era el momento de la llegada de Maduro. Subido en la parte trasera de una camioneta, quien se reivindica como «hijo de Chávez» avanzaba con dificultad debido al inmenso gentío que le aguardaba. En su discurso, ataques contra Capriles («el candidato copión»), advertencias sobre el riesgo de perder los avances sociales si la derecha llega al poder y planes como la subida del sueldo mínimo. Su papel es complicado. Ocupar el lugar de alguien que cambió el curso de la historia es imposible. Ha asumido la responsabilidad y reivindica su perfil de líder obrero. Eso sí, sin olvidar al omnipresente líder bolivariano.

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