Al Eibar le vuelven a cuadrar las cuentas. Tanto como para volver a soñar sin techo.

En contra del optimismo pueden correr el calendario -visita a un Sestao necesitado de confirmar la permanencia, duelos ante equipos en busca del play-off como Amorebieta y Lleida...- o, sobre todo, los cinco puntos que le separan del Alavés. Pero tampoco faltan los argumentos para quien prefiera ver el vaso medio lleno, empezando por la propia trayectoria del cuadro azulgrana. Seis victorias han enlazado los armeros -y cinco partidos con la puerta a cero-, igualando el récord que habían marcado este curso Alavés y Amorebieta, lo que ya les ha permitido recuperar la segunda plaza y les permite, al menos, soñar con dar un paso más cuando todavía restan cinco jornadas para que concluya el campeonato y también al líder le espera algún escollo complicado.

De momento, la última muesca del Eibar llegó de forma más efectiva que brillante, ante un buen rival que protagonizó un par de sustos en la portería de Irazusta. Y eso que las cosas no tardaron en ponerse de cara. Tras un par de escarceos en el área local, Ander Capa -que parece haber entrado en estado de gracia en esta recta final de la temporada- llevó un contragolpe para que Abaroa acabara con su prolongada sequía rematando a placer. Arroyo pudo ampliar distancias en un par de ocasiones, pero el choque se fue al descanso con mínima ventaja para los azulgranas.

Bien pudieron haberlo lamentado porque el Logroñés no se resignó tras el descanso y Barrón y Jano estuvieron a punto de dar un disgusto a la parroquia eibartarra. Las dudas se esfumaron a ocho minutos del final con otra asistencia de Capa que agradeció Arruabarrena.