Los rostros de Edurne Brouard y de su letrado, Txema Montero, no podían reflejar ayer otra cosa que escepticismo después de que se haya reabierto la causa por el atentado mortal contra Santi Brouard. Ha ocurrido a raíz de una denuncia del exsubcomisario José Amedo, en la que incluía unas supuestas conversaciones de José Luis Morcillo Pinillos reconociendo que fue el autor material de los disparos que acabaron con la vida del dirigente de HB. El exempresario, al haber sido absuelto en el segundo juicio que se celebró en junio de 2003 por esta causa, declaró ayer solo en calidad de testigo, y esta vez sí admitió ante la juez Ana Isabel Gasca que fue quien disparó el 20 de noviembre de 1984 en la consulta del pediatra. José Luis Morcillo respondió a las preguntas de las partes a través de videoconferencia, ya que adujo «problemas de salud» para evitar acudir al Palacio de Justicia de Bilbo.

El letrado de la familia Brouard -que supo de que las diligencias se iban a efectuar con esa técnica a través de los medios de comunicación- estimó que la testificación así «no es la más adecuada porque ha sido bastante difícil y, por momentos, penoso, el poder oírle, que nos oyese, y que fuese claro y nítido en sus respuestas».

Tampoco escucharon la supuesta conversación de Amedo y Morcillo, en la que reconoció su papel en esa acción de guerra sucia reivindicada por el GAL y apuntó a que la orden la recibió del teniente coronel de la Guardia Civil Rafael Masa, atribuyendo la organización al que fuera gobernador civil de Bizkaia y director general de la Seguridad del Estado Julián Sancristóbal.

Montero, que dijo que la jueza instructora dispone de un USB con esas grabaciones, no quiso responder a las preguntas de los periodistas de si el testimonio de Morcillo puede servir para reabrir el caso, ni si el autor confeso habría involucrado a Sancristóbal. Distintas fuentes apuntan a que los involucrados en la enésima denuncia sobre el «caso Brouard» buscarían venganza, ya que estiman que Sancristóbal se lucró económicamente de las acciones de guerra sucia y no repartió ese dinero.

Para el abogado, el testigo habría incurrido en «importantes contradicciones» entre la supuesta grabación y lo dicho ayer. «Estas contradicciones -puntualizó Montero- se encuentran en aspectos claros y precisos que están constatados en el procedimiento».

Tras las escuetas explicaciones del letrado, Edurne Brouard reiteró lo que su familia viene manifestando desde hace casi 29 años: «Haremos todo lo posible para que se esclarezcan los hechos hasta sus últimas referencias». Precisó que hay que ir más allá del castigo a los autores materiales del atentado y llegar también hasta quienes lo instigaron.

«Sentido embarullador»

«Lo que Morcillo ha dicho en los últimos días viene a confirmar `de pe a pa' la tesis inicial de la defensa, de la acusación familiar, y lo que sí da la impresión es que, en el mismo sentido embarullador y liante que han mantenido desde el principio, van a volver a intentar hacernos perder el tiempo y que andemos por las ramas», comentó.

Como vienen diciendo desde que supo de la denuncia de José Amedo, Edurne Brouard les advirtió que no marcarán «la agenda» de su familia. «Nosotros tenemos una vida y la debemos hacer independientemente de lo que quiera el señor Morcillo. Estaremos en la instrucción, pero no nos van a volver locos con `ahora sí, ahora no, ahora digo, ahora desdigo'; es decir, a esto que nos tienen acostumbrados desde el primer día».

Reconoció que la credibilidad de los implicados en estos hechos, especialmente la de los que han dado lugar a la tercera instrucción del caso en casi tres décadas, es escasa. Para la familia, la tesis de aquel atentado estuvo bien planteada desde el primer día. «Nos vamos a recordar todas las vicisitudes que ha tenido ya este proceso, empezando desde el famoso fiscal Valerio, del que ya nos hemos olvidado todos, hasta hoy. Es un tema escabroso y difícil», confesó Edurne Brouard después de los dos juicios en la Audiencia de Bizkaia en mayo de 1993 y junio de 2003.