Mikel INSAUSTI

Cualquiera diría que Miley Cyrus vuelve a sus tiempos de Disney en «LOL», cuando era más conocida como Hannah Montana. Claro que no se puede luchar contra el paso del tiempo, y la hija de Billy Ray Cyrus está ya demasiado crecidita para volver a hacer de chica adolescente en el instituto. La niña tiene en la vida real 20 añazos, reflejados generosamente en un rostro redondo y unas formas con muchas curvas. Todo esto no les ha debido de impresionar a los productores, que la han visto en la ficción como hija quinceañera de Demi Moore, cuando hay momentos en la película que no sé sabe muy bien cuál de las dos parece la madre.

Semejante disparate, y esto es lo grave, viene firmado por la misma Lisa Azuelos que hace cuatro años rodaba en francés el «LOL» original. Aquella fue una comedia sobre las relaciones maternofiliales, que pretendía cubrir en el mercado francófono la ausencia de este tipo de películas para adolescentes. Y cumplió su función con éxito, malograda ahora por culpa del innecesario remake anglosajón que acaba contradiciendo al planteamiento de partida.

La razón de ser inicial de «LOL» era, en efecto, la escasez de comedias adolescentes en el cine europeo, justo a diferencia de Hollywood, donde se da una saturación insoportable. No se entiende, por lo tanto, que Lisa Azuelos haya acabado cayendo en las garras de esa sobreproducción de manera consciente e injustificable.

Aquel diálogo que pretendía establecer entre madre e hija, dificultado por el uso de las redes sociales como forma de comunicación para las nuevas generaciones, cae en saco roto ahora. Las diferencias entre la mujer y la joven ya no son de lenguaje o de expresión, sino de mero rol familiar. Es muy posible que la quinceañera esté haciendo exactamente lo mismo que hacía su progenitora a su edad, pero lo único que ha cambiado es su función conservadora. Dentro de un esquematismo tan superficial los puntos de deseencuentro entre ambas se dan a cuenta de un permiso para una fiesta o un viaje de fin de estudios. Sin más.