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Llorente marcó e Iturraspe fue expulsado

Los leones se dejan dos puntos por su endémica falta de gol

Los de Marcelo Bielsa fueron muy superiores a un Deportivo que fue una sombra de lo que se decía, merced al buen juego desplegado y a la seriedad defensiva. Una vez más, su falta de remate le privó de hacerse con tres puntos más que merecidos.

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DEPORTIVO 1

ATHLETIC 1

 

Joseba VIVANCO

Se culpaba Marcelo Bielsa en la previa del partido de que durante la temporada «la forma deportiva de los jugadores no ha llegado en común y no ha sido duradera. Con el paso de las semanas se ha visto que cuando algunos mejoran otros no se mantienen durante mucho tiempo en ese estado de aporte al equipo». Ayer, en Riazor, el Athletic cuajó uno de sus partidos más serios de la presente campaña, gracias a que todos sus jugadores rayaron a buen nivel, como equipo, individual y colectivamente, tensionados desde el minuto 1 al 90, generosos en lo físico, cómodos con la pelota, protagonistas en el juego, expresando sobre el verde el talento que atesoran y que este curso han dejado ver con cuentagotas... Solo un pero, el de siempre, ese que gana partidos. El gol. Por momentos, a un servidor le dieron ganas de saltar a rematar. No es que no hubiera manera de meterla en la red de Aranzubia, lo que no había manera era de que alguien llegara a rematar alguno de los milimétricos servicios enviados por Susaeta, Iraola o De Marcos, que ni los del tenista serbio Djokovic.

La intensidad de la que hablábamos esta semana con la que los rojiblancos habían trabajado en Lezama no podía sino traducirse en una entrada al partido de Riazor con idéntica actitud. Incluso desde el primer segundo de partido Marcelo Bielsa inició su ceremonial paseíllo por el área técnica como el perro amarrado a la cadena de la caseta.

Sin dominio claro en los primeros minutos del choque, con ambos equipos persiguiendo cada balón y a cada rival, la primera ocasión la tenía un Llorente que mantenía la titularidad por tercer partido seguido y era la gran sorpresa del once del Loco. A la media vuelta, el `juventino' la tiraba arriba; un minuto después, cabeceaba, forzado, fuera. Hasta ocho veces remataría al final el de Rincón de Soto.

Eran los primeros síntomas de lo que estaba por venir, un dominio casi absoluto de juego y posesión de balón por parte de los rojiblancos, que encontraron en el carril izquierdo de los gallegos un nuevo acceso a la capital bilbaina. Menuda autopista la que se fabricaron los Iraola, Susaeta, con el aporte de Herrera y la mejor recopilación de `desbordes' de De Marcos de la temporada. Tan fácil lo tenían por allí que el Athletic, o Herrera, sin querer, terminaron varando a estribor dejando a Muniain como un náugrafo. Un centro atrás de Susaeta al que nadie llega, un balón interior de lujo de Muniain que Susaeta no acierta a controlar, jugadas indivuales como la que Aranzubia le sacó a Muniain, una media chilena de Llorente floja fuera...

El Athletic, firme atrás con dos eficaces Gurpegi y Ekiza, Iturraspe imperial de apagafuegos a la par que repartiendo cartas, Herrera en su mejor versión del toco y me muevo, y la conexión en banda derecha como en sus mejores tiempos, el Athletic llegaba ante un Depor que parecía una caricatura de lo que nos habían vendido. Pero cualquier caricatura le pinta la cara a este Athletic, y el Depor no iba a ser menos. Pierde la pelota Susaeta tras recuperarla y Bruno Gama desde Braga la clava en la malla de Iraizoz, cuya estirada solo sirve para adornar más el golazo.

Era el minuto 37 y los leones recibían un directo en la mandíbula que, no por ser habitual esta temporada, duele menos. Suerte que de tantos golpes similares parecen ya inmunes y, tras unos minutos dubitativos, casi sobre el pitido, Muniain conduce eficiente una pelota por la medular, cede a Iraola, el de Usurbil -ayer en su mejor tono ofensivo- la puso tan suave al área que allí emergió Llorente para girar la cabeza e impulsar la pelota lejos de Aranzubia. No le daba Iraola una asistencia a Llorente en Liga desde hacía 27 meses, y no marcaba el delantero de cabeza desde hace un año y seis días. Empate, a la caseta y 45 minutos para apuntillar.

Balón de Llorente el poste

La segunda mitad arrancó como acabó la primera, en el área coruñesa, con un pase de lujo de Muniain, centro de De Marcos desde la línea de fondo y, como en el primer tiempo, sin nadie que rematar. El de la Txantrea, aislado en banda izquierda hasta entonces, se reactivó en la reanudación y niveló el ataque bilbaino, que tras uno espejismo de control local de la pelota, volvió a sacar peaje por la autopista del carril derecho y los Susaeta, Iraola y compañía se hincharon a meter la quinta. En el minuto 63, Aurtenetxe y Muniain la tuvieron en una misma jugada. El Athletic había enviado 23 balones al área rival, por 9 el Depor. Pero el bombardeo no se cobraba víctimas.

La mejor ocasión llegó en el 69, que de verdad podría haber sido el minuto más caliente del partido si Llorente hubiera culminado con acierto la enésima jugada de ataque, enviando el balón al palo, el rechace al cuerpo de Aranzubia, y finalmente Susaeta al tercer anfiteatro. Poco después, era Herrera el que dentro del área, desde la frontal, solo, pateaba la pelota detrás de la de Susaeta. No había manera por más dominio y llegadas. Chutaron 17 veces, solo tres entre los tres palos.

Bielsa decidió dar frescura y metió a Aduriz e Ibai por un ya fundido Llorente y un Muniain que cada día mejora prestaciones, pero su movimiento de fichas le duró cinco minutos. En el 81, Iturraspe falla en la presión de un balón, persigue al rival y le entra abajo. Segunda amarilla y a la calle. Ni le toca, pero no es de recibo ir al suelo cuando estás sobre aviso. Séptimo expulsado rojiblanco esta temporada, mientras a sus delanteros no hay manera de que les piten un penalti, como ayer a Llorente, objeto de uno y al que se le colgaban del hombro hasta los murciélagos. El Athletic se fue con dos amarillas y una roja sin que en ninguna de esas acciones mediara una patada. Y jarrea ya sobre mojado.

El cambio de Aduriz

Los gallegos cogieron aire, se fueron arriba, el Athletic pasó algún apurillo, y a falta de dos minutos más tres de descuento, Marcelo Bielsa sacó a un cabizbajo Aduriz para dar entrada a San José. La misma maniobra que con Muniain ante el Granada. Esta vez, al menos, el argentino le dijo algo al donostiarra al pasar a su lado, mientras el delantero, al que seguro la procesión iba por dentro tras ver casi todo el partido desde el banquillo, escuchaba como quien resignado ya era lo que le quedaba por ver en una temporada que esperaba ilusionante al llegar a Bilbo y está siendo todo lo contrario. Un cambio, en cualquier caso, dudoso pues desde la expulsión de `Itu' habían transcurrido ya siete minutos y no parecía que la disposición sobre el césped de los bilbainos diera facilidades a los deportivistas.

El partido se fue al pitido final entre un inoperante Deportivo que ni con el «sí se puede» de su afición metió miedo, y un Athletic que plegó velas y que no tuvo más remedio que dejar de pelear la más que merecida victoria y conformarse con el punto cosechado antes que volver a irse de vacío en los instante finales. Amargo regusto, evidente sensación de que se han quedado en el camino dos puntos casi salvadores, otro jugador que se pierde -si no media recurso- un partido por las dichosas tarjetas, constatación de que aquí no mete goles ni el Tato, pero también ese poso de que este debe ser el Athletic de aquí a final de temporada. Debe y puede.

Había incertidumbre por la cara que iba a ofrecer el equipo, tras partírsela el Madrid. Y los rojiblancos ofrecieron una de sus mejillas más lucidas este curso. Sin duda. Eso sí, lastrados por su alarmante y ya a todas luces endémica falta de pegada. Y la pegada da goles y los goles dan puntos, y faltan cinco o seis para la salvación. Pero así, sí.

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