Diez meses después del golpe parlamentario que destituyó al entonces presidente de centroizquierda, Fernando Lugo, el líder del Partido Colorado, Horacio Cartes, ha sido elegido presidente de Paraguay. Con el triunfo del multimillonario magnate del tabaco, Paraguay vuelve a votar por un partido que ha dominado durante más de seis décadas consecutivas -con el lapsus de la «anomalía» del mandato frustrado del presidente Lugo-, a veces vía elecciones y mayormente mediante una tiranía implacable, la del dictador Stroessner. Cartes jugó bien sus cartas: dejó que los liberales de Federico Franco, que reemplazó a Lugo, se quemaran en solitario en la defensa del golpe parlamentario, y frente a la división del centroizquierda, esperó su momento para que quedase claro que Paraguay es colorado o no será, que nunca llegará a ser un país viable.

Otro oligarca dirigirá un país donde el 80% de las tierras arables pertenecen al 2% de la población. Lugo no presentaba ninguna amenaza «socialista», pero su apuesta por más democracia y mayor integración regional amenazaba a la élite oligarca. ¿Que ocurrirá ahora con Cartes? Los saludos de Brasil y Argentina al nuevo presidente indican un escenario donde el espíritu práctico quiere imponerse. Queda por ver si también lo harán las fricciones entre los socios de Mercosur y las discordias fabricadas desde Washington.