El Gobierno de Lakua estudia hoy si emprende la tarea de elaborar nuevos presupuestos. Desde Bruselas, Iñigo Urkullu expuso ayer esta opción ante la posibilidad de que las autoridades europeas relajen los objetivos de déficit del Estado español. Sin embargo, de producirse, no será hasta finales de mayo cuando la UE de su plácet a ese eventual cambio, y aún pasará bastante tiempo hasta que se decida cómo distribuir el nuevo margen entre las comunidades autónomas. De hecho, para cuando pudiera confeccionar un nuevo proyecto presupuestario, Lakua ya debería estar pensando en las cuentas de 2014. La inevitable pregunta, por tanto, es si el lehendakari realmente quiere presupuestos para este ejercicio.

Lo cierto es que en todos estos meses Urkullu ha sido incapaz de atar ningún pacto con quien podría garantizarle mayorías parlamentarias. En lo que respecta a EH Bildu, puede decirse incluso que ha sido algo premeditado, ya que en el mismo pleno de investidura el entonces candidato dijo que su modelo económico es diametralmente opuesto y, al parecer, incompatible. En este tiempo solo ha mirado a otras bancadas y tampoco con gran afán de acuerdo. Con el resultado sabido.

El PNV sabía cuál era la situación cuando decidió gobernar en solitario, y no le han faltado ocasiones para buscar acuerdos. También contempla desde hace tiempo la posibilidad de que se relajen las exigencias sobre el déficit, no hay novedad al respecto y la intervención de Bruselas tiene traza de excusa a la que agarrarse para recular. Por el momento, su Gobierno sigue sin presupuestos, igual que sucede en Nafarroa y en Araba, mientras en Bizkaia un pacto in extremis con el PP tuvo que salvar la cara a la Diputación. Solo Gipuzkoa ha cerrado sus cuentas en tiempo y forma en los dos últimos años, y sería una paradoja que quien acusa a los mandatarios guipuzcoanos de paralizar el herrialde se retratara solo en su primer debate presupuestario. Es esa fotografía la que ha querido evitar el lehendakari.