Los dos últimos días han elevado el nivel de los enfrentamientos en Irak, y el balance de muertos llegaba ayer ya a los 128 en una deriva sectaria de la crisis política y social que vive el país.

Tras los enfrentamientos entre soldados y manifestantes en la localidad de Hawiya, cerca de Kirkuk -donde el asalto de las tropas a los suníes que protestaba acampados provocó al menos 53 muertos el martes-, el Consejo Provincial de Anbar pidió al Ejército que se retire de las localidades de la provincia para evitar enfrentamientos, al tiempo que acusó a las fuerzas armadas de matar iraquíes y aplastar las protestas en lugar de proteger a la población

Ayer, en otra violenta jornada, se multiplicaron los enfrentamientos en varias regiones, con al menos 23 muertos en 19 ataques diferentes en respuesta a la acción de Hawiya.

En uno de ellos, grupos de milicianos suníes tomaron el control de la zona de Suleiman Bek, en la provincia de Salahedí, tras duros enfrentamientos con las fuerzas del Ejército iraquí, que recurrió al uso de helicópteros, y en los que murieron al menos 16 combatientes de ambos bandos. Las tropas gubernamentales se retiraron de la zona, situada a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad. Los combates estallaron en respuesta al asalto de las fuerzas iraquíes en Hawiya. Los milicianos irrumpieron en la sede de la Policía local, tras la huida de los agentes, y se apoderaron de las armas y de los vehículos policiales. Además de Suleiman Beck, los milicianos tribales capturaron las aldeas cercanas de Mastul y Lakum, una zona situada situada en la ruta que une Bagdad con las provincias del norte del país.

Además, al menos siete persona murieron y 23 resultaron heridas en un atentado con coche bomba en un mercado en el este de Bagdad.