GARA > Idatzia > Iritzia> Txokotik

Fermin Munarriz | Periodista

Deuda de guerra

Las cosas están yendo muy lejos. En la Europa extenuada del sur se extiende como mancha de aceite silenciosa lo que los técnicos califican de «inseguridad alimentaria» y el pueblo llama directamente hambre.

Las notas más alarmantes llegan de Grecia, donde el 10% de los niños ya no alcanza el umbral de la nutrición y rebuscan en los cubos de basura de las escuelas o piden a los compañeros de clase algo de su comida, mientras sus padres despiertan cada día en la pesadilla del mayor desempleo del continente y unas medidas de austeridad y recortes salvajes para satisfacer la deuda de los acreedores de la troika bajo la implacable batuta alemana. Atenas debe 240.000 millones de euros, el 172% de su PIB. Las crónicas hablan de familias sobreviviendo a base de col y caracoles silvestres...

El inconveniente de escarbar la tierra para paliar el hambre es que, a veces, se encuentran los huesos del padre o hasta la quijada del bisabuelo. La memoria en el barro, y no precisamente con los mejores recuerdos. Y la patria helena está sembrada de paisanos muertos por la brutalidad de la ocupación nazi. Sin contar las matanzas de decenas de miles de civiles y resistentes, solo la hambruna se llevó en tres años y medio a más de 300.000 griegos.

Tal vez por ello, o porque algunos analistas aprecian que lo que la Wehrmacht no pudo alcanzar en Europa a mediados del siglo XX lo está consiguiendo la voracidad financiera de comienzos del XXI, Grecia estudia ahora exigir a Alemania la recompensa pendiente por los daños de la invasión nazi durante la II Guerra Mundial. Expertos facultados por el Gobierno de Atenas han indagado en 190.000 documentos y han concluido que la deuda de Alemania a Grecia en concepto de reparación por los daños de guerra e invasión asciende a 162.000 millones de euros. Dos tercios de esa suma corresponderían a la reconstrucción de infraestructuras destruidas, y el restante, a los préstamos suscritos forzosamente por el Banco Nacional de Grecia para sufragar los gastos de la ocupación. La izquierda es la que ha sacudido la reclamación de un agravio indeleble, pero el ejecutivo conservador ha asumido que «no se trata de una cuestión de dinero, sino de justicia histórica». Y eso incomoda en Berlín.

Es lo que tiene el hambre; los fantasmas siempre son los primeros en sentarse a la mesa.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo