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La crisis bancaria atrapa en Chipre a los empleados domésticos asiáticos

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Decenas de miles de «criados» llegados de Filipinas, Sri Lanka o Vietnam para trabajar con familias chipriotas, temen tener que abandonar la isla porque sus empleadores no pueden pagarles.

«Mi tiempo de trabajo se ha reducido a la mitad», dice preocupada Fely, una filipina que lleva cinco años en Chipre trabajando en la limpieza de oficinas y viviendas privadas. «Uno de mis empleadores me dijo que no viniera (...) y que me llamaría si encuentra una solución al problema que tiene con su dinero en el banco», explica.

Unos 35.400 empleados domésticos en Chipre, según el servicio de Inmigración, principalmente llegados de Filipinas, Sri Lanka y Vietnam, limpian y cuidan de niños o ancianos seis días a la semana, por 330 euros netos, comida y alojamiento.

Pero con la presión sobre las grandes cuentas bancarias y el aumento del desempleo, algunos hogares se ven obligados a despedir o a compartir a sus «criados».

«Los empleados domésticos se consideran un lujo y cuando hay crisis lo primero que se elimina es el lujo», dice Riginos Polydefkis, un alto funcionario del servicio de Inmigración.

Sin embargo, estos inmigrantes no tienen derecho al paro y se convierten automáticamente en «ilegales» si no encuentran otro empleo en 30 días.

Polydefkis asegura que el número de empleados domésticos, que alcanzó su nivel máximo en 2010, se ha reducido oficialmente a 1.000 en 2012, sobre todo en los últimos dos meses. «Hubo más de los que necesitábamos y creo que ahora habrá una corrección», afirma.

Algunas de estas personas que se han quedado sin empleo barajan la posibilidad de pasar a la zona ocupada por Turquía, donde algunos han encontrado trabajo y «papeles». Pero muchos tienen una familia a la que mantener y aceptan cualquier condición laboral para ganar lo que puedan y eso, advierte Doros Polycarpou, de la asociación de apoyo a los migrantes Kisa, traerá «más explotación».

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