La amenaza de Al Qaeda persiste dos años después de la muerte de Bin Laden
Jairo MEJÍA (EFE) | WASHINGTON
Al Qaeda sigue constituyendo una amenaza para EEUU dos años después de la muerte de su líder, Osama bin Laden, al resurgir sus «franquicias» en Mali, fortalecerse en Somalia e Irak y condicionar la estrategia de Washington en conflictos como el sirio.
Tan solo dos meses después de dar muerte a Bin Laden en el espectacular asalto el 2 de mayo de 2011 a su refugio de Abottabad (Pakistán) un confiado Leon Panetta, entonces jefe del Pentágono, aseguró en Afganistán que la derrota de Al Qaeda estaba «al alcance». Ese optimismo ha dado paso a una estrategia centrada en la cautela militar y la cooperación con países aliados para contener a una «franquicia» que brota en Oriente Próximo, Oriente Medio y el norte de África.
«Asistimos a un resurgir de Al Qaeda con una nueva forma. En parte por el derrumbe de gobiernos durante la Primavera Árabe», indica Katherine Zimmerman, analista de American Enterprise Institute que publicó la semana pasada un estudio sobre la organización. Al Qaeda del Magreb Islámico, Al Qaeda de la Península Arábiga, Al Qaeda en Irak, el Frente al-Nusrah en Siria o la milicia Al Shabab en Somalia son algunos de sus nombres.
Los ataques de drones han matado a decenas de civiles y a algunos mandos de Al Qaeda en Pakistán, Afganistán, Yemen o Somalia, pero no han localizado a uno de los fundadores, Ayman al-Zawahiri, un líder que no para de expandir alianzas.
«Las filiales de Al Qaeda hasta ahora no han pasado de ser una amenaza con enfoque local, pero cada vez buscan más los objetivos de la yihad global en el exterior», indicó Zimmerman, quien recuerda que se han caracterizado por su «creatividad» a la hora de atacar intereses estadounidenses, como quedó patente en el ataque del 11 de setiembre de 2012 contra el consulado de EEUU en Bengasi (Libia).
Ese caldo de cultivo gestado en una Libia con grandes zonas en desgobierno tras la caída del régimen de Muamar Gadafi podría repetirse en Siria, donde movimientos próximos a Al Qaeda pujan por hacerse con influencia y arsenales en la amalgama de fuerzas opositoras, lo que ha llevado a Washington a actuar con gran cautela.
Mientras tanto la tranquila ciudad de Abottabad quiere olvidar un episodio, la operación que acabó con Bin Laden, que muchos lugareños siguen creyendo fruto de una farsa.