El caso de la bizkaitarra Argi Gastaka en «GH14» viene a resumir el estado de la degradación en la que se mueve la libertad de expresión, lo que podríamos configurar como un mapa de la histeria o de la paranoia española en torno a cualquier asunto que tenga de refilón algo que ver con ETA. La referencia en tono jocoso de Argi sobre su supuesta participación en una manifestación a favor del retorno de la actividad de la organización vasca es una de esas frases que no tienen ningún fundamento político, pero que podría muy bien habérsela ahorrado por la frivolidad que contenía en su misma formulación.

Se dio cuenta al instante de que había metido la pata, rectificó, pidió perdón, pasaron varios días con el asunto en estado durmiente, hasta que se ha convertido en un escándalo, y en un foco de atención para el programa. Se asegura que han existido presiones de la AVT, de algunos anunciantes, y no se duda de que esas cosas hayan podido suceder, pero la forma dada a la resolución del problema no es otra cosa que una táctica para aprovechar una circunstancia penosa y convertirla en un acto publicitario sin importarles la destrucción de una concursante.

Es evidente que es injusta la expulsión. No ha existido esa manifestación, se dijo en un contexto de encierro, se rectificó al instante y podía haber quedado en una anécdota, pero se trata de seguir manteniendo el espíritu nacional de la lucha contra ETA, porque les da dividendos publicitarios y ahora el programa queda ya instalado en un territorio de no conflictividad con nadie. Uno recuerda un episodio del primer GH, con otro vasco concursante, y la entrada de alguien con reivindicaciones para la vuelta de los presos a casa. Todo quedó en una chascarrillo, incluso casi una ocultación.

Pero ahora, se trata de otra cosa, de otras circunstancias. Digamos que la cosa no está para bromas. Quién más se tenían que haber cabreado son los que han callado, ya que no hay más declaraciones que las del cese definitivo de la actividad armada. Esto no cuenta para ellos. Están por la provocación constante para intentar hacer reversible la decisión. No cesan de practicar detenciones. Como si nada hubiera pasado.