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Pakistán vota hoy entre la incertidumbre y la amenaza talibán

Pakistán vota hoy en unas elecciones legislativas sin claro resultado y bajo la amenaza de los talibanes que han aconsejado no votar y anuncian atentados kamikaze. Las previsiones dan la victoria al ex primer ministro Nawaz Sharif de la Liga Musulmana, pero con la duda de la creciente popularidad de Imran Khan, del PTI. En cualquier caso, se prevén semanas de negociación para intentar formar gobierno.

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Pakistán, Estado con armamento nuclear y notable influencia sobre los acontecimientos en su vecino Afganistán, celebra hoy elecciones legislativas generales y en las cuatro asambleas regionales de las provincias del Punyab, Sind, Baluchistán, y Khyber Pakhtunkwa.

Ya se considera un logro que -por primera vez- se haya concluido la legislatura, en un Estado cuya vida política ha estado -y sigue estando- controlada por el Ejército. El país se enfrenta a una economía ahogada por la deuda externa y a un contexto de violencia que ha condicionado la propia campaña.

Los atentados del grupo talibán TTP han atacado a los partidos considerados laicos que formaron parte de la coalición de Gobierno. Ayer mismo doce personas murieron en atentados con bomba contra oficinas de partidos y, en toda la campaña, han muerto al menos 127 en estos ataques. Para hoy el líder talibán Hakimullah Mehsud ha ordenado atentados kamikaze para boicotear la votación, que considera anti-islámica.

No se prevé un ganador claro. El Partido Popular (PPP) del clan Butho, que encabezó el gobierno saliente de Pakistán, parte con el desgaste sufrido en la legislatura, con una corrupción creciente, problemas económicos sin resolver y el lastre de no contar con una figura visible para el puesto de primer ministro, debido a los atentados y a los procesos judiciales.

El hijo de la ex primera ministra Benazir Bhutto y del presidente del país, Asif Ali Zardari, Bilawal Butho, no puede presentarse debido a su edad. Pero además, los atentados le han apartado de la campaña. De este acoso a los partidos laicos se han beneficiado los más conservadores. Entre ellos el islamista Liga Musulmana (PML-N) del ex primer ministro Nawaz Sharif, que parte como favorito por sus apoyos históricos en el Punyab.

Aunque en anteriores campañas fue acusado de aliarse con los islamistas más extremos, en esta ocasión ha presentado una imagen más homologable en el extranjero, sobre todo ante Estados Unidos, primer suministrador de fondos a Pakistán.

Sharif se perfila como el primer mandatario que puede gobernar en tres ocasiones, tras ocupar dos veces el puesto de primer ministro en los 90. Dirigió el país durante el conflicto de Kargil de 1999, cuando Pakistán e India estuvieron al borde de una guerra en la disputada Cachemira.

El «tsunami» Khan

La estrella creciente del exjugador de críquet Imran Khan, parece el único que puede disputarle el Gobierno. Al frente de su partido, Pakistan Tehrik-e-Insaf (PTI), Khan anunciaba el año pasado un «tsunami que iba a arrasar por completo» en las elecciones y ha mostrado su gran capacidad de convocatoria y movilización, especialmente entre la juventud, entre los que ha ido calando un mensaje populista y contra la corrupción.

Con una actividad frenética en la recta final de campaña, el célebre exdeportista lanza su mensaje de orgullo de una nación que, según él, ha servido demasiado tiempo a intereses occidentales. El resto de fuerzas no le tomaron en serio como un rival de entidad hasta que a finales de 2011 reunió a casi 100.000 personas en un mitin en Lahore. Un accidente en la recta final de campaña, al caer de una altura de de varios metros durante un acto electoral, le ha roto varias vértebras pero ha aumentado las simpatías hacia el líder del PTI.

Más difícil lo tienen el Mutahida Quami Movement (MQM) y el Partido Nacional Awami (ANP), que han formado parte del Gobierno y cuyos cuadros han sufrido la mayor ola de atentados. En los últimos cuatro años han muerto 700 miembros del ANP. Ni siquiera ha podido hacer propaganda en Baluchistán y Sind, donde ha cerrado sus oficinas.

El enfrentamiento confesional condiciona la campaña

El PML-N de Nawaz Sharif ha llamado en campaña a la unión de los grupos religiosos para salvar el país, mientras su partidarios acentúan su lucha contra las minorías. En zonas como el Punyab, la región más poblada del país, se ha querido desmarcar de formaciones como ASWJ, considerado brazo político del grupo armado Lashkar e Jhanwvi (Lej), milicia que ataca a la minoría chi. Su hermano, Shahbaz Sharif, ha gobernado estos últimos años el Punyab, su principal granero de votos, y el relativo progreso de esta región en comparación con el resto de Pakistán es la gran baza de su campaña. En esta región, tras ser descartado del PML-N, el mulah Ahamd Ludhianvi del ASWJ es el candidato de una coalición islamista liderada por el mulah Sami ul Haq, considerado uno de los padrinos de los talibanes y que tiene el objetivo de erradicar a las minorías empezando por los chiíes, aunque niegan su vinculación con la violencia.

Los candidatos chiíes -sobre todos los de la comunidad hazara- se juegan la vida en una campaña de la que excluyen grandes actos y la protección prometida por el Gobierno no es suficiente. Los chiíes constituyen el 20 % de la población de Pakistán. Quetta, en Baluchistán, es el escenario de muchos de los atentados, entre ellos el que mató a casi 200 personas a principios de año. Además, el movimiento independentista baluche boicotea las elecciones. Más de 400 baluches ha muerto en atentados el año pasado.

En la Asamblea nacional hay diez escaños reservados a las minorías pero son los partidos musulmanes los que eligen quién los ocupan. GARA

sondeos

Los sondeos iniciales situaban al partido de Khan (PTI), con resultados de un único dígito, pero el miércoles le daba ya el 24,98 % de los votos escasamente por detrás del PML-N de Sharif. En cuanto al PPP del actual presidente, Asif Alí Zardari, sería la tercera fuerza más votada.

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