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Semifinales de la Final Four de Londres 2013

Victoria de los «ninjas del Pireo»

La defensa helena ahogó a un impotente CSKA. Teodosic y Krstic no existieron, y entre Hines, Spanoulis y Antic hundieron a los rusos.

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CSKA MOSCÚ  52

OLYMPIACOS  69

Arnaitz GORRITI

¡Y el Olympiacos lo volvió a hacer! Un año después de dar el campanazo al derrotar en la final de la Euroliga al CSKA de Moscú, el cuadro de El Pireo volvía a meterse en la finalísima del principal torneo continental tras hundir en la miseria a la escuadra moscovita. El 52-69 final lo dice todo, porque la escuadra helena fue mejor de cabo a rabo, secando a las estrellas rusas en un esfuerzo cooperativo que esta vez no tuvo en Spanoulis, MVP de la temporada, su máximo estandarte, sino en Kyle Hines, un pívot de 1,98 metros de altura, y que con 13 puntos y 10 rebotes se bastó para eclipsar a la batería interior moscovita, reflejo del triunfo de la planificación, la brega y la fe, al postín y a la chequera en blanco.

Lalo Alzueta, comentarista de TVE, rebautizó al Olympiacos como «los ninjas de Bartzokas», en honor al técnico heleno, Georgios Bartzokas, que le dio una lección de preparación de partido y ejecución al gran Ettore Messina, incapaz de obtener una respuesta en su variado banquillo plagado de grandes jugadores e incontables ayudantes con traje y corbata.

Esta inspiración televisiva, basada en la figura de «los ninjas de Pitino» -Rick Pitino, técnico que ha hecho carrera ante todo en la NCAA, pero que en los 90 se hizo con un nombre en unos New York Knicks en los que la presión defensiva constante y solidaria, para compensar cierta falta de talento, era ley- le viene a Olympiacos como a nadie. Spanoulis no estaba acertado; de hecho, solo anotó ocho puntos, y los griegos se cargaron con relativa repidez de faltas, sobre todo un Papanikolau que tuvo un inicio rompedor, clavando un mate en la cara de los pívots rusos y un triple, pero dio igual. La rotación helena jugó muy decidida. Teodosic siempre tenía a un rival pegado, mientras que Aaron Jackson tenía a su par esperando su penetración hacia la derecha, dejando todo el peso anotador a Weems y Khryapa.

Y estos dos atinaron al inicio, sobre todo en el triple, pero el ritmo de juego era heleno. Olympiacos se adelantaba mediado el primer cuarto con un «dos más uno» de Spanoulis, y además abría su ventaja hasta los siete tantos, 17-24, gracias a un triple de Sloukas.

Polvo de estrellas

Ni los descansos devolvían el oxígeno al cerebro ruso, mientras que Ettore Messina miraba el partido torciendo el gesto y sin saber qué hacer. Puso en marcha a Papaloukas, el hombre que mejor entiende al de Catania, pero la fuerte defensa helena impedía que el ex de Olympiacos supusiera un revulsivo. Krstic salía por Kaun para abrir espacios a penetraciones por la línea de fondo o aportar con su tiro. Nada: ni las metía y Kyle Hines se bastaba para detenerlo en seco a base de defenderlo -duro- por delante. Para colmo, el CSKA erraba un sinnúmero de tiros libres, sobre todo un Khryapa que perdió la confianza tras esos errores y un Krstic que no lograba entonarse.

Tampoco es que el ataque de Olympiacos se luciera en exceso. Un «dos más uno» de Shermadini, logrado entre cuatro rivales después de capturar dos rebotes en ataque, y la enésima demostración de «mano fina» de Pero Antic era lo más remarcable, mientras que Spanoulis y Sloukas se obcecaban en buscar triples que no entraban, llegándose al descanso 28-40.

La bronca de Messina debió ser aleccionadora, pero ayer no era el día de sus muchachos. El tercer cuarto vivió una miseria ofensiva. Los «ninjas del Pireo» aguantaban a base de defender y rebotear, con Kyle Hines transformado en el Coloso de Rodas, logrando además un par de canastas sobre el límite de la posesión que hacían sangrar a un CSKA que lloraba por la total ausencia de sus estrellas, Krstic y Teodosic, perdidos en la maraña defensiva rival . Un parcial de 0-5 para los de Bartzokas rompía definitivamente el partido, llegando al último cuarto con 36-53 en el marcador.

Solo restaba por ver si el Olympiacos aguantaría o no la presión. Y lo hizo, llegando a tener 21 puntos de renta. Teodosic acabó por borrarse tras darle un codazo a Pero Antic, claudicando ante «los ninjas del Pireo».

sin revancha

Hace un año, el CSKA de Moscú perdía 19 puntos de ventaja para caer por 61-62 ante el Olympiacos. En Londres, los helenos dominaron de tal manera, que llegaron a tener hasta 21 puntos de renta para ganar por 52-69.

poca afluencia

Uno de los peores aspectos de la primera jornada de esta Final Four londinense fue el escaso seguimiento del público en el O2 Arena. Oficialmente, 9.218 espectadores para una cancha con 15.000 de capacidad. Las cámaras ofrecían la triste imagen de un fondo vacío.

 

El Real Madrid, a la final de la Euroliga tras 18 años al ganarle al Barcelona

Desde 1995, el Real Madrid no jugaba una final de la Euroliga. Después de batir por 67-74 al Barcelona en una semifinal con muchas alternativas y decidida por el aguante físico de los merengues, los dirigidos por Pablo Laso se las verán con Olympiacos mañana a las 21.00.

Le costó a la escuadra blanca. De inicio, de la mano de un motivadísimo Ante Tomic, el Barcelona se puso a la faena de demostrarle al Real Madrid que en esto de las finales continentales, la experiencia es un grado. Y a fe que en un principio, así fue. Los de Laso, en especial Rudy Fernández, entraban muy apocados a la semifinal. Así las cosas, varias genialidades del pívot croata y de Navarro elevaban un claro 18-11 a su favor al final del primer cuarto. Huertas dirigía con maestría, y en el Real Madrid solo llegaba la respuesta a través de Mirotic.

Las cosas cambiaron tras el primer descanso y la entrada de Sergio Rodríguez. El «Chacho» sumó 7 puntos y 6 asistencias en diez minutos, y le cambió la cara al partido, liderando a los merengues hasta llegar al descanso con ventaja, 33-39, a pesar de sus recurrentes errores en los tiros libres.

El Barça no se rindió, y con Joe Ingles unido a la causa, le dio una vuelta de tuerca al enlazar un parcial de 10-10, pasando del 46-48 a final del tercer período a un 56-48 que parecía clave, gracias a varios tiros «a una pierna» de Huertas, incluyendo un triple a tablero.

Pero los de Laso tiraron de defensa y orgullo, sobre todo de la mano de Felipe Reyes, convertido en amo de los tableros. Al Barça le faltó aire, y con tres tiros libres de Sergio Rodríguez y un robo de Rudy, los de Laso alcanzaban la final. A. G.

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