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TRAS EL ANUNCIO DE UNA LÍNEA IRUÑEA-CASTEJÓN

Unos pusieron las prisas y otros las ganas

Conviene volver a la hemeroteca para recordar cómo presionó NaBai para un acuerdo de financiación y cómo el PSN defendió esta fórmula en concreto. Sanz y Blanco, hoy imputados por corrupción, solo lo perpetraron.

Ramón SOLA

La confirmación de que el convenio de 2010 era un gigantesco timo quizás haya hecho perder la inocencia a algunos votantes de UPN. Pero más increíble resulta que haya responsables políticos que ahora se disfracen de engañados.

Es el caso de Juan Moscoso, diputado del PSN, que acusa a UPN de tomar una decisión «inaceptable y absurda, ridícula, una broma pesada» al limitar el TAV a Iruñea y Castejón. Cuando dice que «han echado por tierra un proyecto que contaba con plazos y financiación para hacerse en un tiempo que era verosímil», quizás confíe en que se haya olvidado que fue el Gobierno del PSOE quien paró la construcción del TAV en el Estado en 2010. Y al afirmar que esta decisión «hipoteca quizás para siempre el potencial de desarrollo de Navarra», quizás espere que se desconozca que fue Roberto Jiménez quien apoyó aquel convenio que hipotecaba de facto a Nafarroa con frases tan impagables como esta: «La naturaleza del convenio no es lo importante, lo importante es la consecuencia del fin, que haya un TAV con la fórmula que sea. Estaríamos de acuerdo con la propuesta de Sanz, esa u otras» (12 de marzo de 2009).

También parece tarde para que Uxue Barkos, también diputada (Geroa Bai), ponga el grito en el cielo. Ciertamente ya cuestionó el convenio en 2010, pero no es menos cierto que antes de ello Nafarroa Bai en general y Barkos en particular no pararon de reclamar un acuerdo Iruñea-Madrid para emprender los trabajos del TAV. En Madrid, con iniciativas como la interpelación a Zapatero en 2008 sobre «los motivos por los cuales no se ha materializado la firma del convenio». Y en Iruñea, con intervenciones como la de marzo de 2009, cuando reprochaba a UPN y PSN que «lo que hace falta es un acuerdo político que no han sabido hacer» y aseguraba que NaBai tenía más claro su apoyo al TAV que UPN.

De aquellos polvos vinieron estos lodos; de aquellas prisas, este absurdo. Lo perpetraron, eso sí, dos dirigentes concretos que ahora también deberían decir algo. Uno se llama Miguel Sanz y otro José Blanco. Hoy, por cierto, imputados en sendos casos de corrupción (CAN y Campeón) que apuntan al enriquecimiento ilícito vía dietas y comisiones respectivamente.

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