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Raimundo Fitero

Vertedero

 

Cada tramo histórico se buscan unos vertederos públicos donde se van echando los desperdicios de todos los asuntos turbios de la política, o sea, de las finanzas, en su versión oficial y la sumergida. Cuando nadie sabe explicar lo que sucede en alguna actividad, aparece en algún medio de comunicación una especie de noticia que viene a enturbiar. O a aclarar pero solamente una parte del asunto. Uno de esos lugares comunes actuales son las denominadas «mafias chinas». En plural para dar más verisimilitud a los rumores.

Existir, deben existir. Las mafias, en general, existen. Se llaman de muy diversas maneras. Con siglas, con escudos, banderas e himnos. Pero en estos días en los que el fútbol se nos cruza con mucha frecuencia en nuestro proceso emocional para bien, para mal o para regular, conviviendo con el deterioro de una mafia blanca balompédica y mediática por un lado, con una grave sospecha sobre un equipo levantino, en el que está involucrado en primera persona un jugador vasco que denunció una posible actitud de sus compañeros debido a una probable compra para salvar a otro equipo, va y nos dicen que están las mafias chinas en el asunto. Con eso está casi todo resuelto. Nadie se puede negar a colaborar con las mafias chinas. ¿Y qué tienen qué ver las mafias chinas? Pues un apaño de resultados para las apuestas e intereses comerciales inconfesables. Y todo lo que se quiera añadir al cuento chino.

Pero lo curioso es que en el mismo día nos cuentan los noticieros televisivos que el Gobierno suizo ha negado colaboración a la justicia española y no va a hacer nada para que declaren unos implicados en otra mafia china, la famosa, la que abrió telediarios porque se dedicaban al lavado de dinero en España, y que tiene tres miembros con nacionalidad suiza. Y nos añaden que es en venganza por no conceder la extradición a Suiza del informático que destapó la olla de las cuentas en claves de miles de impositores en un banco suizo. Por lo tanto se demuestra que las mafias chinas tienen sus relaciones con las mafias suizas que están apoyadas por las mafias bancarias que mueven los capitales de las demás mafias. El mundo es una mafia.