El 0-1 final logrado en el minuto 91 por los levantinos retrata una temporada para pasar página
Cien millones de gracias
La afición despidió a San Mamés, con el presente y futuro del club sobre el césped, bufandas al viento y coreando al equipo.
ATHLETIC 0
LEVANTE 1
Joseba VIVANCO
Mucho, largo y tendido se ha escrito sobre la despedida de San Mamés, mucho, largo y tendido se escribirá hoy y en los siguientes días, y en los siguientes, hasta que las inconmovibles e insensibles máquinas derriben, palada a palada, la arquitectura, que diría Marcelo Bielsa, pero no sus sentimientos. Pero me quedo con una frase alejada del melancolismo, de la sensiblería bien o mal entendida, de la lágrima fácil, una frase que encierra con nada y en muy poco lo que se pierde, lo que perdemos y lo que quienes vengan detrás de nosotros se perderán. «Neymar jugará en el Barcelona, pero no en San Mamés». El periodista Fermín de Lacalle sintetizaba ayer con esa escueta y nada sensiblera reflexión todo lo que La Catedral del fútbol significa para la historia del balompié. Lo que se pierde, lo que perdemos, lo que se perderán.
Como un viaje en autobús. Así fue ayer el adiós -o casi, porque siempre nos quedará el día 5 y no lo olvidemos, la vuelta del play-off que jugará el Bilbao Athletic el próximo domingo a mediodía-, al viejo y eterno San Mamés. Un viaje de noventa minutos en el que cada uno, desde su asiento, apoyó la cabeza sobre la ventanilla, esa que durante el trayecto nos invita a pensar y reflexionar sobre la vida. Ayer, en ese último viaje, sobre esa ventanilla, con la cabeza descansada, cada cual vio pasar su particular idilio con San Mamés. A toda velocidad. Sus vivencias, sus alegrías y tristezas, lágrimas y berrinches, goles y paradas, futbolistas muchos y maestros del balón unos cuantos... Un viaje que arrancó hace casi un siglo y que tiene, por desgracia, punto de llegada. Y con él, cien millones de gracias. Cien segundos de aplausos los que le dedicó «el pueblo del Athletic» a su casa de siempre, uno por cada año.
El presente y el futuro, los actuales leones y los que lo serán mañana, leones y leonas, saltaron al césped a la finalización del histórico encuentro. Cien, más de cien segundos de aplausos generalizados, sentidos, intercalados por gritos de Athletic, que culminaron con un último ¡Que bote San Mamés! y el inevitable baile de bufandas al viento, con el ¡oe,oe! de fondo. Al final, el himno desde la megafonía que acompañó el lento desalojo del estadio de toda una vida, de muchas vidas. Sobre el verde, en el círculo central, un ramo de flores y un balón. Agradecimiento y futuro. La Catedral se despidió con derrota, es verdad, dura y amarga derrota, que empaña una temporada que debía haber sido bien distinta, pero el marcador solo será una muesca de hemeroteca. Lo otro quedará para siempre. Menos mal.
Homenaje y adiós a La Catedral, en un partido de plebiscitos. Como el de Marcelo Bielsa, coreado en varias fases del choque, reclamando que se quede, y esta vez no fueron solo los habituales incondicionales del fondo norte -que cantaron «Si Bielsa no se queda, Urrutia kanpora»-, y sí más clamor. También hubo veredicto para Llorente, pitado al saltar al césped en el minuto 75. Y es que por faltar, no faltó de casi nada. Muniain, peleado por marcar en la despedida, expulsado con roja directa por una niñería suya, una patadita que sobraba, y el capitán Gurpegi, aplaudido en un enorme partido de poderío atrás. Incluso Bielsa, que parece de los de la ceja aquella de Zapatero, mandó otro guiño a la grada con la salida al campo de Toquero, entronado por la grada como en los viejos tiempos como lehenkadari, en presencia de Iñigo Urkullu en el palco.
Hubo también partido
Y hubo partido sí, que casi era lo de menos, pero sirvió también para retratar una temporada que toca a su fin. Mejor que el rival, superioridad manifiesta, y derrota en el minuto 91. Sangrante. Dominó el Athletic, se cansó de sacar los colores a las bandas del Levante, se cansó de poner balones al área, de llegar a la línea de fondo y centrar... de marrar el último pase. Un partido de goleada, de ganar de calle. Pero ya se sabe. Fue, recordando las palabras de Diego Maradona, como bailar con tu hermana. Y claro, un baile, pase, pero al quinto, ya cansa. Y hasta San Mamés acabó cansado de tanto ir para nada. Séptima derrota de la campaña en el estadio bilbaino y eso pesa y lastra.
Al final, gol visitante en una contra en el 91, con el Athletic volcado, que cierra de manera lastimera La Catedral. Un final de partido inmerecido por lo visto, e inmerecido para el estadio al que se despedía. Se esperaba otra cosa, incluso mantener vivas esas opciones de UEFA, pero ni eso. El Levante, que apenas sí dio señales de vida y venía de visita, se fue como unas pascuas. Innumerables llegadas, cabalgadas, buen partido de De Marcos, de Gurpegi, de Itu, incluso de Muniain. Pero todo quedó en nada. Lo de este equipo sí que es de diván.
Ni siquiera la peinada de San José en el 88 de partido que levantó el mayor ¡uy! de la noche o la última falta lanzada sobre el área levantina con todo San Mamés animando al grito de ¡Athletic, Athletic, Athletic!, empujó lo suficiente. Pero imposible no emocionarse ayer, imposible no aplaudir y dar las gracias, cien millones de gracias. Se acaba una etapa. Comienza otra. Nostalgia. Tiempo por delante para recordar. Despedida la de ayer colmo una Catedral. «Una caja que contiene todo ese sentimiento con una resonancia y una repercusión infinitas», que dijo el ayer respaldado por la grada. Y a fe que anoche resonó. Pero no se vaya, todavía, aun quedan dos más.
Marcelo Bielsa fue ayer otro de los protagonistas de este último choque oficial del Athletic en La Catedral. La grada coreó su nombre de manera mucho más unánime que días atrás. Fue preguntado por ello, pero el argentino cortó raudo cualquier debate: «Los apoyos siempre se agradecen y eso es todo lo que puedo decir». Ni una palabra más. Fin, momentáneo, al debate. A partir de ahí radiografía de un encuentro que según el técnico rosarino debieron ganar por más de un gol, y que se acabó perdiendo, como tantas tardes. «Hemos tenido posesión, dominio, pero falta de contundencia, que nos ha pasado esta temporada, pero hoy además falta de fineza y precisión en el último pase o en el último centro», resumió Bielsa. El entrenador reconoció que incluso con el empate había posibilidades reales de acceder a puesto UEFA y jugársela en Vallecas, pero no pudo ser. No cree que les pudiera la presión del último partido en San Mamés. Al contrario, piensa que el equipo jugó con tranquilidad; el problema es que, a su juicio, hubo un «exceso de elaboración, se sobreelaboró la poseisón», algo que fue evidente en algunos momentos. Pero no vio a los suyos «acelerados».
Tampoco cree que tuvieran problemas en defensa, es más, «estuvimos bien, y las ocasiones rivales solo vinieron dadas por concesiones propias más que por acciones visitantes meritorias». Hay que decir que el Levante, sin hacer mucho, estrelló dos balones en la madera. Séptima derrota del Athletic en casa este curso, que no cree Bielsa que han influido en el equipo. «Esta dinámica de derrotas se ha repetido con independencia de hacerlo como local o como visitante».
También se refirió a la expulsión de Muniain, a su acción que no es nueva. «No es nuevo, el deseo de él y de todos es que un episodio que se repite a lo largo de sus pocos años le sirva para no repetirlo. Es un jugador muy fogoso, joven, combativo, esa combinación en un jugador creativo genera reacciones no deseadas». Y también defendió la opción del pitado Llorente ayer como otros días en San Mamés.