Aznar se queda solo en el Congreso pero mantiene su pulso contra Rajoy
El expresidente español, José María Aznar, sigue abriendo la brecha con Mariano Rajoy. Menos de una semana después de su entrevista en Antena 3, ayer aprovechó un acto en el Congreso para lanzar sus críticas. Ningún ministro lo acompañó durante su intervención.
Alberto PRADILLA | MADRID
El expresidente español, José María Aznar, volvió a evidenciar ayer la brecha abierta con Mariano Rajoy, a quien él mismo nombró sucesor hace una década. Por segunda vez en menos de una semana, el jefe de Gobierno entre 1996 y 2004 metió presión al actual inquilino de la Moncloa. Tras la entrevista del martes en Antena 3, ayer lanzó sus dardos durante un acto de la Fundación de Análisis y Estudios Sociales (FAES), que él mismo preside, y que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. Formalmente se trataba de la presentación de tres biografías políticas. En la práctica, Aznar aprovechó para marcarle el paso a Rajoy, a quien acusa de no aprovechar lo suficiente la mayoría absoluta para imponer el programa del PP. No obstante, las embestidas de su antiguo jefe no parecen la mayor preocupación de Rajoy. Ningún peso pesado de Génova (tampoco del Ejecutivo) acompañó a Aznar en su regreso al Congreso, lo que evidenció que, al menos en público, nadie está dispuesto a seguirle. Esto no implica que no existan grietas en la derecha española. El objetivo de déficit es ahora el centro de la pugna. Ayer discutieron la cuestión durante un almuerzo celebrado en su sede, sin alcanzar ningún acuerdo. Ni siquiera se celebró la habitual rueda de prensa. Nadie en Génova quería afrontar preguntas sobre las crecientes tensiones internas.
«No estoy contra nadie, estoy con los españoles», aseguró Aznar durante la presentación, en velada referencia a Rajoy. Fue la única tregua, aunque fuese retórica, que ofreció al inquilino de la Moncloa. El resto del discurso lo dedicó a apelar a la «responsabilidad», apelar a la mayoría absoluta obtenida por el PP en las pasadas elecciones en el Estado español y dejar claro que no comparte el rumbo impuesto desde Génova. Hace unas semanas ya insistió en medidas concretas, como la bajada de impuestos. Ayer, su tono era más filosófico, con muchas frases sujetas a interpretación. «Ahora hay principios, ideas y soluciones. En noviembre de 2011 los españoles afrontaron su responsabilidad», indicó, en referencia a la victoria de la derecha. «Y lo hicieron a favor de la unidad y de la reforma», zanjó.
«Hoy, los desafíos son distintos pero la responsabilidad es la misma. Los españoles no quieren limitarse a consumir el capital histórico que se les ha legado», afirmó, para después abogar por un cambio en el modelo vigente desde 1978 sin ofrecer más detalles. «Reformar el sistema de la transición. Y reformar no es impugnar, es lo contrario, es reconocer», insistió, apelando a la puesta en marcha de lo que denominó un «proyecto nacional».
Sin hablar con la prensa
Aznar no quiso hacer declaraciones a la prensa y evitó responder a las preguntas sobre su soledad en el Congreso. Ni un ministro estuvo presente en la carrera de San Jerónimo. Solo cargos secundarios, como el secretario de Estado para la relación con las Cortes, Luis Ayllón. También Alfonso Alonso, portavoz del PP en la Cámara Baja.
Solo Aznar sabe hasta dónde está dispuesto a llevar su pulso. Aunque su voz es el punto y seguido de un continuo desfile de dirigentes del PP que ponen en cuestión el liderazgo de Rajoy. Una situación agravada por la pérdida de apoyo social y escándalos como el «caso Bárcenas», que apunta directamente a la financiación de Génova. El presidente español, como es habitual, mantiene silencio.
Las grietas internas del PP no se limitan a los ataques del expresidente español. El objetivo del déficit está en el origen de la última bronca en Génova. Ayer, esta se escenificó en un almuerzo en el que confrontaron los partidarios de un objetivo impuesto para todas las comunidades del Estado español o quienes defienden la «asimetría», entre quienes se sitúa Alberto Fabra (País Valencià) y también el propio Gobierno español. En lo que sí coinciden todos es en el rechazo a una negociación directa con Catalunya. Sin acuerdo, Cristóbal Montoro negociará uno a uno hasta junio, cuando tenga lugar el Consejo de Política Económica y Fiscal. A. P.
Aznar realizó un elogio de los acuerdos que dieron lugar al régimen español de 1978 y censuró lo que denominó «revisionismo estéril» sin citar las leyes de Memoria Histórica ni la condena al franquismo
El expresidente no citó en ningún momento a Rajoy. Sin embargo, llegó a afirmar que «en política, no es fácil saber cuándo una decisión es acertada o no». Un dardo que pondría en cuestión la elección del sucesor.