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CRÓNICA | Restauración de los lienzos de Sert

La experiencia de subirse a un andamio y ver trabajar a los cirujanos del arte

Como los propios restauradores, nos colocamos el casco y nos subimos al andamio. Mientras los expertos investigan y restauran las obras que Sert pintó en San Telmo, podemos conocer de primera mano los detalles del último paso de su restauración.

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Nagore BELASTEGI

Hay gente a quien la idea de visitar un museo para ver una serie de cuadros colgados no le atrae demasiado, y muchas veces es porque no los sienten cercanos. El Museo San Telmo de Donostia se embarcó hace años en un gran proyecto de restauración del propio edificio y de uno de los tesoros que guarda: los lienzos de la iglesia, realizados por Josep María Sert. Estos han despertado la curiosidad de muchos visitantes aficionados a la pintura, y ahora que los expertos inician una nueva etapa en la restauración de los mismos, San Telmo aprovechará la ocasión para que aquellos que disfrutan con las obras de arte colgadas en la pared gocen aún más, y para que quienes prefieren no poner un pie en un museo se sientan partícipes de un proceso que pocas veces podemos conocer de cerca.
 
La experiencia “Anatomía de Sert” permitirá a partir del 15 de junio y durante los siguientes seis meses subirse a un andamio y ver de cerca el trabajo de los restauradores, los cirujanos del arte, que al principio se dedicarán a «diseccionar» la grandísima obra del pintor catalán. Los expertos estarán en las alturas mirando con lupa las microfisuras en la pintura y probando las técnicas de adhesión y limpieza que mejores resultados darán.
 
Como en la medicina humana, la pintura también requiere de cuidados, y como más vale prevenir que curar, los murales de Sert se someterán a una conservación preventiva a largo plazo, para que no haya que tener que restaurarlos drásticamente después.
Pero lo primero es conocer el pasado de estas pinturas gigantes que adornan el interior de la iglesia. Sobre ello nos habla un video explicativo que irán completando a medida que avancen los trabajos. El museo San Telmo era inicialmente un convento, que tras la quema de la ciudad en 1813 fue utilizado como almacén de artillería. El Ayuntamiento donostiarra decidió que allí debía instalarse el museo municipal, y ya en 1929, por recomendación del pintor Ignacio Zuloaga, le fue encargado a Josep María Sert el trabajo de adornar las paredes de su iglesia.
 
Debían ser escenas que representaran la vida cotidiana de la época de las mujeres y hombres vascos, y tenían que mostrar sus sueños y ambiciones. Sert demostró una vez más que era uno de los mejores muralistas de la época y entregó once inmensos lienzos que en total cubren 758 metros cuadrados de superficie.
Como se había hecho en otras ocasiones, en lugar de pasar meses pintando en la iglesia, Sert realizó los lienzos en París y después los adhirió. Pero utilizó una técnica diferente que le daba a las imágenes una belleza especial: utilizó varias capas finas de diferentes materiales, entre ellas una de oro y varias de barnices. Y esa decisión empezó a dar problemas desde el principio.
 
La humedad produjo imperfecciones en las paredes que se transmitieron a los lienzos, y que al estar pegados no podían hacer otra cosa que quebrarse cuando el agua llegaba a las capas no transpirables. En las fisuras se formaron hongos que fueron, poco a poco, comiendose el color. Desde el principio, cada vez que los restauradores notaban una imperfección, la reparaban, pero no atacaban a la causa. La última intervención tuvo lugar en 1997; había zonas de hasta 15 centímetros despegadas de la pared en la cúpula frontal. Investigaron y se dieron cuenta de que coincidían con los contrafuertes exteriores porque había filtraciones.

La cirugía en el esqueleto
 
El primer paso para subsanar los daños y prevenir los que podrían venir fue reducir la humedad dentro de la iglesia. Así, cuando realizaron la restauración del edificio del museo, incluyeron arreglos específicos con ese fin. La humedad entraba por el subsuelo, filtraciones en el techo y por condensación. Lo primero fue retirar un zócalo de mármol que enviaba el agua que entraba por el suelo directamente a los murales y colocaron un sistema de electrodos para evitar que la humedad suba. Después arreglaron el tejado, y por último prepararon un sistema de ventilación adicional.
 
Resuelta la causa principal del deterioro, ahora comienza una nueva fase que llevará a cabo la empresa Artyco y cuyo principal objetivo será limpiar los murales para que no pierdan color y pegar aquellas partes que ya no están adheridas a la pared para que no se descascarillen. Después, arreglarán las partes que ya no tienen color, pero continuarán con los trabajos de prevención a largo plazo para que las generaciones futuras también puedan contemplar estos lienzos que dicen tanto de nuestra cultura: Sert pintó colosos, sirenas y brujas, recordó a los hombres que luchaban contra la fuerza del mar mientras otros los miraban detrás de un telón, representó el trabajo en los astilleros y las ferrerías con expresiones de esfuerzo en sus protagonistas.
 
Mientras los restauradores frotan con hisopos las muestras a limpiar o inyectan pegamento en las fisuras seleccionadas, el visitante podrá ver más cerca que nunca el proceso de conservación y el trabajo de Sert, como si fuera uno más del equipo experto.
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