A pesar de que las fugaces visitas al cuartito de limpieza, o cualquier habitáculo libre de miradas indiscretas, hayan decrecido considerablemente, el equipo médico del Grey Sloan Memorial Hospital continúa seduciendo a multitud de telespectadores que siguen al detalle las peripecias existenciales, sentimentales y profesionales de un personal médico capaz de alternar un beso con una compleja operación a corazón abierto.

Mientras el cardiograma se acelera cada vez que Patrick Dempsey guiña un ojo y Ellen Pompeo nos transmite que tenemos los días contados con su infalible mirada azul, los guionistas de «Anatomía de Grey» se tomarán un breve respiro tras el inminente epílogo de la novena temporada de esta teleserie veterana. Un episodio que promete acelerar el pulso cardíaco de la audiencia a tenor de los avances ofrecidos.

Médicos desbordados, escasez de recursos, falta de material, pacientes por doquier y el hospital al borde del colapso son los principales trastornos ocasionados por una devastadora tormenta que cambiará irremediablemente las vidas de los protagonistas de esta serie estadounidense que ha cosechado en su mejor temporada en Divinity: 2,7% de share, un 3,9% en target comercial y 5,9% de cuota entre las mujeres de 16 a 44 años.

Para despedir momentáneamente y como se merece «Anatomía de Grey», los guionistas han ideado una terrible tormenta que desencadenará una catástrofe de resonancias bíblicas cuyo epicentro será el Grey Sloan Memorial Hospital de Seattle. Los médicos del centro hospitalario se verán obligados a trabajar en condiciones excepcionales: los recursos se volverán escasos y los pacientes se agolparán en el hospital debido a las inundaciones producidas por la tormenta. Mientras todo esto acontece, los guionistas sacarán de su chistera su gran sorpresa final: uno de los médicos protagonistas luchará por su vida.