El cineasta francés Jean Luc Godard, un hombre de izquierdas, en un momento de la película ``Nuestra Música'', sostiene que «el comunismo existió, sí», fue «durante dos tiempos de 45 minutos, en Wembley», en que Hungría sorprendió al mundo y le ganó 6-3 a Inglaterra. «Los ingleses -sostenía- jugaron individualmente y los húngaros, en equipo». Anoche, en el humilde estadio de un barrio obrero, el Athletic desplegó un fútbol de izquierdas, solidario, un fútbol federal, coligado. Con un secretario general del partido llamado Óscar de Marcos que corrió lo que no está escrito, pero también con un esquirol, y que me perdone Iraizoz por el calificativo, que con dos errores, el segundo para mandarle directamente al `gulag', impidieron a los leones llevarse tres puntos de Vallecas ante un Rayo que se jugaba entrar en Europa.

Con un jugador menos desde el minuto 9 de partido por doble y merecida amarilla a Aduriz -la segunda roja más rápida de los rojiblancos en Liga, tras la expulsión de Karanka a los cuatro minutos en 1997-, los de Marcelo Bielsa tiraron de algo que este técnico les ha sellado a fuego, no rendirse jamás. Si no fuera porque es el Athletic, uno pensaría que este equipo estaba primado. Pero en el Rayo no había dudas a la finalización del choque, con empate a dos. Sabían que este Athetic y Bielsa venían a ganar y que iba en serio.

Dominaron la pelota los franjirrojos, es verdad, desde el primer minuto, dándole al Athletic algo de su propia medicina, ese tocar y moverse, ese continuo ir y venir de sus jugadores de arriba que marea al rival. Pero los bilbainos, desde un inicio, cerraron espacios, taparon huecos, no les dieron aire. Marcaron el devenir del choque dos amarillas casi seguidas a Aduriz, por una plancha primero y un brazo que sale a pasear en un salto e impacta en la cara de un rival. El repeinado Muñiz Fernández parecía tenérsela jugada y le mandó a la caseta para este partido y para el primero de la próxima temporada.

Entre una cartulina y otra, Ibai mandó un balón al poste. No encontraba espacios el Rayo, así que lo hizo en una falta lateral de esas que este Athletic no sabe defender. Balón pasado al segundo palo, Iraizoz se pasa de frenada, Aurtenetxe no defiende la jugada y Vázquez remata a la red. Con uno menos, por debajo en el marcador, el Athletic tiró de casta, de querer jugar, y en los primeros 45 minutos plantó cara, no cedió ocasiones, avisó un disparo de De Marcos que despejó el portero rayista, y en una gran jugada liderada por Ibai, pared incluida con De Marcos, Susaeta, en su partido 200, la clavaba rasa a la red.

No tenía nada que perder el Athletic y sí mucho que ganar. Ni se notó ese hombre menos en la primera mitad y menos después de que en el arranque de la segunda, otra gran jugada esta vez protagonizada por De Marcos, terminaba con Aurtenetxe adelantándose con la puntera a su marcador y estrenándose esta temporada. Impensable, pero cierto, y merecido. Merecimiento que se torció en una cantada de Iraizoz, que con el balón blocado en un córner, se le escurrió de las manos justo cuando Piti pasaba por allí y sin querer hacía el empate. Lo notaron sus compañeros, como notaron el desgaste, cedieron metros, pero nunca renunciando a salir disparados arriba en cuanto tenían ocasión, incluso con seis atacantes y Aurtenetxe rematando de cabeza desde el punto de penalti.

El Rayo lo intentaba y chutaba desde todos los ángulos, multiplicó sus disparos, siempre desviados, siempre sin fortuna, apretados por la necesidad de ganar. El partido se hacía largo para los leones, pero nunca perdieron la cara, sacando rápido, yendo a por el triunfo, buscando la puerta rival si se prestaba, siendo solidarios con el compañero, sufriendo. Fue un Athletic de izquierdas. Un Athletic Bielsa. Un ``Athletic karajo'', que nunca se rinde y da la cara, como rezaba una pancarta entre la hinchada rojiblanca.