Ecuador recupera maestros ahogados por la crisis en el Estado
Dejaron las aulas en Ecuador para buscar un futuro en el Estado español. Ahora aspiran a regresar a Ecuador y retomar su profesión. Se marchan de un Madrid que desmantela la educación pública y vuelven a un país que intenta recuperar los servicios eliminados por las políticas de austeridad de los 90. El plan de retorno desarrollado por el Gobierno de Rafael Correa evidencia el giro de 180 grados registrado a ambos lados del Atlántico.
Alberto PRADILLA
Alfredo Caicedo llega al examen con una carpeta bajo el brazo. Tiene 57 años y regresa al aula para hacer una de las pruebas más importantes a las que se ha enfrentado: la que le permitirá, en caso de aprobar, volver a Guayaquil (Ecuador) como maestro. En realidad, conoce el oficio. Ya lo desempeñó durante más de 20 años en su localidad natal. Pero luego llegaron las consecuencias de lo que América Latina conoce como «décadas perdidas». Las recetas económicas del FMI y el Banco Mundial desmantelaron los servicios públicos. La economía se hundió. Y miles de personas hicieron las maletas para buscarse la vida. Muchos, como Caicedo, recalaron en el Estado español. Eran los tiempos en los que la burbuja no dejaba de engordar. Ahora, la situación ha dado un giro de 180 grados a ambos lados del Atlántico. En Ecuador, el Gobierno de Rafael Correa dio un portazo a la deuda ilegítima e inició la reconstrucción de los derechos sociales que el neoliberalismo había privatizado. Por el contrario, las imposiciones de la Troika y la doctrina de la austeridad desarrollada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy (en la línea iniciada por José Luis Rodríguez Zapatero) han llevado al desplome de las condiciones de vida en el Estado español. Para Caicedo ha llegado el momento de volver. Junto a otros 772 compatriotas se ha sumado al Plan Retorno Educación. «Un programa de selección muy riguroso que se enmarca dentro de un proceso de recuperación de la escuela pública», explica Pablo Ceballos, viceministro de Educación ecuatoriano. Durante esta semana se han realizado exámenes en Madrid, Barcelona, Murcia e Iruñea.
«Hace tres años el trabajo comenzó a escasear. Hasta que se terminó», explica el aspirante a maestro. Echa de menos dar clases y, sobre todo, a su familia. Sus hijos ya son mayores y se quedaron en Ecuador, por lo que únicamente ha visto a sus nietos a través de la pantalla del ordenador. La falta de empleo ha sido el empujón definitivo. Saca su vida laboral y parece que desenrollase un pergamino interminable. «He trabajado en la construcción, de pintor, de fontanero... Ahora solo me llamaban para cuestiones muy puntales», indica. Aún y todo, reconoce haber padecido «menos dificultades» que otras personas en su misma situación. Todo ello, dentro de unas condiciones «muy precarias». Es como si la historia se repitiese. Por eso, rememora aquellos años 90 en los que el sucre se devaluó hasta llegar a pagarse 25.000 por un dólar, cuando el «feriado bancario (el corralito ecuatoriano)» puso a miles de familias con el agua al cuello.
Las dificultades económicas las conoce bien Verónica, que tiene que inventarse un nombre porque en su actual empleo no saben que realiza las pruebas. Disponer ahora de un trabajo no ha sido suficiente para que su marido, en paro desde hace dos años, y ella misma pudiesen hacer frente a la hipoteca. El desahucio les amenaza, por lo que se organizan en la PAH de Getafe. Regresar a Ecuador con un contrato de profesora es la gran esperanza para esta mujer de 38 años que llegó al Estado español hace 13.
«La situación se ha revertido», reconoce Caicedo, que confía en verse en septiembre frente a un grupo de alumnos. Si obtiene la nota, tendrá asegurada la plaza. Su experiencia como migrante es un plus que valora el Gobierno ecuatoriano. «La interculturalidad, la capacidad de diálogo, es un eje transversal en nuestros planes educativos». remarca Ceballos. Con este bagaje, los aspirantes confían en poner su granito de arena en la construcción de un Ecuador bien distinto al que abandonaron. Atrás quedará un Estado donde la «marea verde» que caracteriza las protestas de alumnos y profesores intenta que el Gobierno abandone la senda de la privatización que tan bien conocen al otro lado del Atlántico.
«Aprendemos de los errores. Y en ese tiempo nos fue muy mal». Pablo Ceballos, viceministro de Educación de Ecuador, relata a GARA las consecuencias de las políticas neoliberales que entre 1996 y 2006 provocaron el «desmantelamiento de la escuela pública». «Quien tenía dinero iba a la privada. El que no, se quedaba sin educación», remarca. Desde la llegada al poder de Rafael Correa, Quito ha puesto en marcha estrategias para recuperar lo privatizado. La educación es uno de sus ejes estratégicos. Según indica Ceballos, el anhelo de muchos migrantes para regresar ha facilitado los acuerdos con Madrid. Aunque el objetivo central es poner en marcha «una enseñanza pública de excelente calidad». «Se ha avanzado mucho», destaca. Por ejemplo, con la descentralización del Ministerio, que permite mayor cercanía. También hay logros en la cobertura. En seis años se ha aumentado cuatro puntos, llegando al 95.6%. Un servicio casi universal. El reto ahora es el de la calidad. Una apuesta que no se logra de la noche a la mañana. Para ello, la selección de maestros es clave. También su capacitación y la dignificación de su salario, que se ha duplicado recientemente. A.P