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«Para el gran capital es un negocio invertir en pensiones o sanidad»

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Juan Hernández Vigueras
Doctor en Derecho y escritor

Después de trabajar como ejecutivo en una gran firma y dedicarse a la docencia universitaria, Juan Hernández, miembro del comité científico de Attac en el Estado español, se ha centrado en el estudio de los mecanismos del sistema financiero. Su última obra aborda el papel de los lobbis.

Alberto PRADILLA | MADRID

Al menos ocho de los doce expertos convocados por el Gobierno español para analizar la reforma de las pensiones estuvieron en algún momento a sueldo de la banca o las aseguradoras. Sin embargo, serán los encargados de elaborar un informe que, previsiblemente, impondrá el aumento en la edad de jubilación o un descenso en la cuantía que percibirán los pensionistas. «Defienden los intereses del sector para el que trabajan, no el general», denuncia Juan Hernández Vigueras, doctor en Derecho, activista de Attac y autor del libro «Los lobbis financieros, los tentáculos del poder» (Clave Intelectual, 2013). En su opinión, el debate abierto sobre las jubilaciones sirve también para explicar cómo las agencias que representan los intereses de las grandes firmas financieras son capaces de influir en ámbitos de decisión aparentemente alejados de sus centros de poder.

¿Son los lobbis financieros los responsables últimos de la grave situación económica que afronta el sur de Europa?

Tienen gran parte de la responsabilidad, aunque no toda, porque las políticas de los gobiernos han contribuido. Pero existen unas líneas de fondo que siguen los objetivos compartidos por las agencias de lobby que representan los intereses de la banca y del mundo financiero en general. Como ejemplo, está el tema que se debate estos últimos días sobre el informe de expertos a los que el Ejecutivo les ha encargado evaluar la sostenibilidad del sistema de pensiones. Su primera conclusión ya la sabemos: los recortes. Aquí hay una política de Gobierno pero, en el fondo, existen unos intereses financieros clarísimos.

Se ha publicado que muchos de los expertos tienen vinculación directa con grupos de presión como la banca o aseguradoras.

Entre otras, están representadas la asociación de aseguradoras españolas (Unespa), otra aseguradora, que se llama Aviva, también el BBVA. No podemos olvidar que piensan en los intereses del sector al que representan. ¿Por qué se les llama a ellos y no a otros más neutrales? ¿Cuál es el interés básico de los grandes bancos o de grandes firmas financieras como fondos de pensiones o grandes aseguradoras? Uno de los objetivos de los grandes lobbis es ampliar los mercados financieros. Hoy en día, para el gran capital no es negocio invertir en astilleros, ni en una siderurgia, ni en el desarrollo industrial de otros tiempos. Sin embargo, es un gran negocio invertir en sectores que resultan más rentables y seguros en épocas de incertidumbre, como son la educación, la sanidad, las pensiones o la seguridad social. Este es otro campo para abrir líneas de negocio seguras. Si el estudio de la sostenibilidad de las pensiones en el Estado español se hace con gente que procede del mundo financiero, explícita o implícitamente se está pensando en los negocios que se le abren. Si no es mañana, será dentro de cinco, diez años o cuando sea. Este es uno de los objetivos que tienen los lobbis financieros. Aunque probablemente las decisiones estén tomadas y esto sea una pantalla para dar un carácter técnico a una decisión política. Pero para eso han llamado a gente que tiene intereses muy particulares, superiores al interés público.

Los poderes financieros explotaron los beneficios de la burbuja inmobiliaria y ahora han sido rescatados. ¿Cree que su próximo objetivo está en la privatización de derechos como la sanidad o las pensiones?

Si miramos con cierta perspectiva, no son objetivos inmediatos. La realidad es que existe una abundancia de liquidez en el mundo. No se puede olvidar que la banca y las firmas financieras salieron reforzadas de la crisis financiera iniciada en Wall Street en 2007. Evidentemente, gracias al dinero de los contribuyentes. Ahora están en posición de influir en las políticas de todos los gobiernos. Y al tratar de influir, lo hacen para abrir campos de acción de nuevos negocios.

En realidad, buena parte de las grandes decisiones económicas no se toman en Madrid, sino que llegan impuestas desde Bruselas.

Hablo del Estado español pero donde realmente actúan los lobbis es a nivel europeo y a nivel global, porque no hay que olvidar que una de las grandes mutaciones de estos tiempos está en la propia banca. El lenguaje sigue siendo el tradicional de préstamos, etc. Pero el negocio no es conseguir dinero para dar crédito a las pequeñas y medianas empresas. El gran negocio está en utilizar esa liquidez para negocios financieros en cualquier parte del mundo. Uno de los más claros es la especulación con la deuda pública en la Europa del euro. Como hay mucho dinero, esa banca no busca el negocio tradicional. No se puede perder la perspectiva de que el capital se puede desplazar por cualquier parte del mundo sin restricciones, que estamos en la globalización de los mercados financieros y que la actuación de la banca para defender sus intereses está coordinada de forma global. Del mismo modo hay una regulación doctrinal. Por ejemplo, la defensa a ultranza de los grandes bancos, de esos que son demasiado grandes para dejarlos quebrar. Porque ya han comprobado que cuanto más grande más repercute en todo el sistema y más garantía tienen de que el dinero de los contribuyentes les salve. Ese es un objetivo básico de estos lobbis. El otro, una defensa de los derivados. No es un valor bursátil, sino el contrato de una apuesta convertida en activo financiero que se compra y que se vende. Es un gran negocio. Una actividad, digamos, entre comillas, económica, pero sin incidencia sobre la economía real salvo cuando falla.

El hecho de que estos sectores actúen de forma opaca e impongan su visión sin haber sido elegidos, ¿no supone un asalto al modelo democrático?

Dentro cada sociedad democrática hay grupos con intereses muy particulares. El problema es cuando esos grupos intentan defender sus intereses, no en periodo electorales sino en los intervalos. La teoría democrática pura diría que esos lobbis se neutralizarán entre sí. Pero, en la práctica, hay grupos que alcanzan un nivel de influencia muy superior porque tienen más recursos. Incluso también hay grupos de presión que tienen gran capacidad de movilización. Si todo eso lo aplicamos a la defensa de los intereses bancarios, nos encontramos con que su influencia es muy superior al resto. No es que haya un asalto a la democracia, es que existen unas fuerzas que influyen porque han alcanzado un nivel de poder que ha aumentado desde el inicio de la crisis financiera.

En Europa, los intereses de la banca alemana se ha impuesto incluso a los estados.

Hablamos mucho de Angela Merkel. Pero el Deustche Bank se gastó una millonada en influir en la ley que proponía Obama, porque tiene intereses en EEUU. También en el Estado español. Sus activos financieros equivalen al 85% del PIB alemán. Eso ya representa un poder. Si añades que el 40% de esos activos proceden de los mercados de derivados, se explica el interés por mantenerlo. Otro dato: los activos de los 15 principales bancos europeos suponen en torno al 150% del PIB de la Unión Europea. Esto revela su enorme importancia. Si le añades este dato al déficit institucional de la UE, la tecnocracia que no rinde cuentas a ningún parlamento, los periodos dilatadísimos para tomar decisiones... La comisión nombra expertos, pero estos suelen ser de la propia banca, cooperadores necesarios. Luego, por si falla, tienen sus propios lobbis en el Parlamento europeo. Así que esas directivas salen con muy poco o sin ningún contenido serio. Luego en los parlamentos son vaciados antes de su publicación en el BOE. No hay margen para el debate.

La denominada «puerta giratoria», el paso de la política a los consejos de administración, tiene también una enorme importancia.

Es un punto de apoyo de los lobbis financieros. El problema es, por ejemplo, el caso de Mario Draghi, que se pasó por el banco italiano, luego por Goldman Sachs en Londres y, finalmente, recaló en el Banco Central Europeo (BCE). Mientras tanto conserva su vinculación con el llamado «Grupo de los 30», que une a banqueros privados y públicos. También hay comisarios europeos que durante su ejercicio conocen el funcionamiento, aprenden y aprovechan para montar luego su agencia de lobby o trabajar en un banco. A parte de ese poder en términos generales, están las relaciones entre política y finanzas. En Estados Unidos está claro que las campañas son financiadas por los sectores privados. Y existe una legislación que obliga a publicar cuánto se ha invertido. Podría considerarse que hay cierto equilibrio, aunque sea discutible. Pero cuando en el Estado español se produce la condonación de las deudas de los partidos, nunca se sabe porqué ni para qué. Tampoco conocemos investigaciones serias sobre las cuantías. En el Parlamento europeo, como queda más lejos, las conexiones van por la vía de los expertos y de la puerta giratoria. Todo esto son las bases sobre las que actúan los lobbis.

 

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«Si el estudio sobre la sostenibilidad de las pensiones se hace con gente del mundo financiero, explícita o implícitamente se está pensando en los negocios»

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«La banca y las grandes firmas financieras salieron reforzadas de la crisis que se inició en Wall Street en 2007. Obviamente, gracias al dinero de los contribuyentes»

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«Los activos del Deustche Bank equivalen al 85% del PIB alemán. Eso ya representa un poder. Además, los activos de los 15 principales bancos suponen el 150% del PIB de la UE»

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«Cuando en el Estado español se produce la condonación de las deudas de los partidos, nunca se sabe ni por qué ni para qué. Tampoco conocemos investigaciones serias»

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