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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Trabajar sin cadenas al final será un lujo

Vergüenza, lo que se dice vergüenza, hay gente que no tiene. Hace unos días, el Banco de España propuso eliminar el Salario Mínimo Interprofesional, uno de los más bajos de Europa, por cierto, y si eso ya debería ser motivo de bochorno para quien hace la propuesta, qué decir de quien encima lo apoya. Por ejemplo, el columnista de «Libertaddigital» Emilio J. González, cuyo sueldo servidora diría que no está precisamente cerca del SIM. Dice González que el BdE «tiene razón. No es que desee mal a nadie, en forma de sueldos de miseria, ni mucho menos; es que hay una realidad económica que explica la lógica de esta medida». Sí, se llama capitalismo salvaje. Que no es que desee mal a nadie, pero causa mucho mal a mucha gente. El argumento del escribiente del diario de Jiménez Losantos es el siguiente: «una de las formas de ajuste de la economía española está viniendo de la reducción de los salarios. Si estos bajan pero sigue existiendo el suelo del SMI, lo único que se va a conseguir es que aumenten los despidos, porque esa retribución, con esta nueva escala salarial, va a resultar excesiva para determinados empleos. Por la misma razón, el SMI supone una barrera a la contratación de las personas que puedan desempeñar esos mismos empleos, así como para los jóvenes sin experiencia. Por tanto, y nos guste o no, o se rompe el suelo salarial o muchas personas van a seguir innecesariamente en paro». Ya, si en vez de el suelo salarial se rompiera alguna otra cosa igual no habría tanto paro. Qué morro tienen, qué morro.

Como tiene su corazoncillo, González admite que «un salario muy bajo no es la situación ideal», pero añade que «ahora bien, para quien no tiene empleo es mejor trabajar por poco dinero que seguir sin hacer ni cobrar nada». O trabajar por un mendrugo de pan... Insisto, tienen la cara de cemento armado. Total, que el figura concluye diciendo que «lo que propone el Banco de España, en definitiva, no es nada descabellado; es duro, pero o aceptamos que parte de la crisis se debe a la pérdida de competitividad acumulada desde que tenemos euro y ahora toca corregir los errores, o no salimos de ésta». Efectivamente, artículos como este muestran que hay que corregir muchísimos errores.

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