Erdogan aviva las protestas al hablar de «terroristas» y negarse a dar marcha atrás
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, concluyó ayer su gira por el norte de África y regresó a Turquía sin que se haya puesto fin a las protestas que sacuden el país desde hace una semana. Lejos de calmar los ánimos, Erdogan avivó la indignación de los manifestantes al afirmar que hay «terroristas» entre ellos y negarse a dar marcha atrás en el proyecto de demolición del parque Gezi de Estambul, origen de esta ola de movilización sin precedentes.
GARA |
Recep Tayyip Erdogan se mantuvo ayer firme frente a los manifestantes al insistir, desde Túnez, en la defensa del proyecto de remodelación urbanística del parque Gezi, en la simbólica plaza Taksim de Estambul, y en vincular con el «terrorismo» a quienes protestan ahora ya contra el Gobierno de Ankara, al que acusan de querer islamizar el país. Sus palabras, según coincidieron ciudadanos y usuarios de redes sociales, no harán sino prolongar las manifestaciones y los violentos incidentes que se vienen produciendo desde hace ocho días y que han dejado hasta ahora cuatro muertos, uno de ellos policía.
Erdogan, al que sus detractores tildan de «autoritario», llegó ayer noche a Turquía sin que las movilizaciones y los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes hubieran finalizado. Unas horas antes, frente al tono más conciliador que en días pasados intentaron adoptar el presidente, Abdulah Gül, y su viceprimer ministro, Bulent Arinç, el jefe del Ejecutivo reiteró su negativa a ceder ante las decenas de miles de manifestantes que piden su renuncia y aseguró que seguirá adelante con sus planes de remodelar el parque Gezi, aprobados sin consenso por el Ayuntamiento de Estambul y origen de esta ola de protestas sin precedentes. «No vamos a permitir que una minoría dicte su ley a la mayoría», dijo.
El primer ministro volvió a denunciar la presencia de algunos «extremistas condenados por terrorismo» en las manifestaciones, refiriéndose sin mencionarlo al grupo turco de extrema izquierda DHKP-C (Frente Revolucionario de Liberación Popular), que en febrero reivindicó un ataque contra la Embajada de EEUU en Ankara. «Los ciudadanos que tienen una responsabilidad en la protección del medio ambiente tienen que saber que algunas (personas que participan en las protestas) están condenadas por actos de terrorismo».
Además, informó de la detención de siete extranjeros -ya en libertad- que participaban en los enfrentamientos con la Policía.
A su juicio, «se ha abusado de la sensibilidad de las personas por las cuestiones medioambientales». «Ya hemos expresado nuestro pesar por el uso excesivo de la fuerza», zanjó.
La intransigencia de Erdogan tuvo su reflejo en la Bolsa de Estambul, que cerró con una caída del 4,70%.
Primer balance
El Ejecutivo turco ofreció ayer su primer balance detallado de la ola de manifestaciones antigubernamentales que sacude al país desde hace días: 746 protestas en 78 de las 81 provincias, 117 detenidos y 1.431 heridos, una cifra muy por debajo del número de lesionados que dan las asociaciones médicas que cifran en al menos 4.355 los heridos.
El ministro turco del Interior, Muammer Guler, señaló que entre los heridos hay 915 civiles, de los que 79 siguen hospitalizados, y 516 miembros de las fuerzas de seguridad. Precisó que hay ocho manifestantes ingresados en cuidados intensivos y que cuatro de ellos están en estado crítico.
Hasta el momento, las protestas han dejado tres manifestantes fallecidos, uno de ellos en estado de muerte cerebral, y un agente que perdió la vida al caer en una zanja desde un puente en construcción, a cinco metros de altura, mientras perseguía a participantes en las protestas en la provincia de Adana.
Ayer la Policía volvió a emplear agua a presión y gases lacrimógenos contra los manifestantes, lo que provocó nuevos enfrentamientos, sobre todo en Ankara, mientras que Estambul permanecía en tensa calma.
Para evitar choques entre partidarios y detractores de Erdogan, el vicepresidente del gobernante AKP, Huseyin Çelik, pidió a sus seguidores que no fueran al aeropuerto a recibir al primer ministro. «Nadie debe ir a saludar al primer ministro en medio de esta situación. El primer ministro no necesita una demostración de fuerza. ¿Qué pasaría si se encontrasen y enfrentasen dos grupos? La vida humana es demasiado preciosa», declaró.
Hasta ahora, los defensores de Erdogan han guardado silencio, pero en varias ocasiones el primer ministro se ha jactado de contar con el apoyo de una gran parte de la población, ya que el AKP consiguió el 50% de los votos en las elecciones parlamentarias de 2011 y citó a sus opositores a los comicios locales de 2014 para que expresen sus quejas.
El sábado pasado, el propio Erdogan había contemplado este guión. «Si quieren organizar concentraciones, si es un movimiento social, cuando reunan a 20 personas, yo reuniré a 200.000 y cuando sean 100.000, yo movilizaré a un millón de miembros de mi partido», advirtió.
El escritor Orhan Pamuk, premio Nobel de Literatura en 2006 y uno de los pocos intelectuales turcos que ha reconocido públicamente el genocidio armenio, ha denunciado la actitud «cada vez más autoritaria y represiva» del Gobierno islamista de Recep Tayyip Erdogan y ha rendido homenaje a los manifestantes de Estambul.