El escritor Tom Sharpe (Londres, 1928), maestro de la narrativa humorística, -donde la ironía y el mordaz sarcasmo siempre fueron puestos al servicio de la crítica de los autoritarismos y muchas de las absurdas costumbres de nuestro modelo de vida- falleció ayer en el que ha sido su hogar durante los últimos 24 años, Llafranc (Baix Empordá, Catalunya), debido a las complicaciones derivadas de la diabetes que padecía desde hace 30 años.

En palabras de la que fuera su médico y amiga, Montserrat Verdaguer, Sharpe murió a las 00.30 de ayer «mientras dormía en su casa, en su cama y rodeado de su familia, así que es triste pero no se puede pedir más».

«Wilt» y Sudáfrica

Tom Sharpe es autor de 18 novelas, de las cuales todas menos dos se inscriben dentro del género humorístico, corrosivo, que tan famoso le hizo en vida. Entre ellas, sobresale «Wilt», traducida a 22 idiomas y de la que vendió 10 millones de ejemplares. El éxito del personaje originó cuatro libros más, siendo «La herencia de Wilt» (2010) el último de la serie y de su producción.

El personaje fue llevado al cine en 1989 de la mano de Michael Tuchner, película que no fue del gustó de Sharpe. No sucedió lo mismo con las adaptaciones teatrales en euskara (tarea que acometió la compañía teatral Ados por primera vez a nivel mundial) y castellano que gozaron del favor del escritor.

En otras como «Zafarrancho en Cambridge», «Reunión tumultuosa», «Vicios ancestrales», «Blott a la vista» o «Exhibición impúdica» practicó una crítica despiadada contra el apartheid sudafricano y todas aquellas cosas de la sociedad inglesa que le disgustaban.

Hijo de un severo pastor anglicano, Sharpe vivió en Sudáfrica hasta los seis años, Estado al que volvería en 1951, una vez terminado el servicio militar en la Armada. Allí cultivó la fotografía que utilizó para atacar al régimen fascista afrikaaner, algo que le supuso ser encarcelado, expulsado del país y la pérdida de 36.000 negativos, salvándose solo 6.000 puestos a buen recaudo en los hogares de diferentes amigos.

En setiembre de 2010, Tom Sharpe participó en el festival literario La Risa de Bilbao, a donde llegó acompañado de su amigo y editor español Jorge Herralde (de Anagrama) quien señaló ayer que Sharpe se definía como «un payaso que quería hacer reír», a pesar de su atenta mirada «hacia las injusticias de la sociedad contemporánea». Para Herralde su «mirada afilada y su humor salvaje» conforman su herencia. Añadió también que «si su admirado Evelyn Waugh decía que escribía con florete, él decía que lo hacía con un hacha».