La comedia retro «Populaire» y los concursos mecanográficos
Tras hacer triunfar a «The Artist», los Weinstein se han hecho con «Populaire», una deliciosa comedia retro sobre los concursos mecanográficos de los 50, para realizar el oportuno remake anglosajón.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
«Populaire» rinde culto a la estética kitsch, con una producción artística que dejara extasiados a los amantes del diseño retro. Y, siendo una comedia ambientada en la posguerra, todo su atrezzo podría lucir en un catálogo de moda vintage. El vestuario es muy de Audrey Hepburn, presente a través de los carteles de sus películas, pero lo que realmente te termina de trasladar a los años 50 es su maravillosa banda sonora. Domina la música lounge, con genuinas grabaciones orquestales de Al Caiola, Lex Baxter, Clive Richardson, Muzzy Marcellino, Alan Braden o Jackie Gleason. Eso como fondo sonoro, porque además hay canciones relacionadas temáticamente con la película. Así, se oye a Ella Fitzgerald cantar «I Love Paris», a Jacqueline Boyer con «Le tango des ilusions», a Gilbert Becaud con «Le machine à écrire» o a Jack Ary y «Les secrétaires cha cha cha». La función de sintonía o tema principal la cumple con creces «Dactylo rock» por Les Chausettes Noires. Es el rock and roll que marca el ritmo del teclado de la máquina de escribir a toda velocidad, con la rubia Déborah François como mecanógrafa solista.
Teniendo tanta maravilla audiovisual, porque el color apastelado parece sacado de un melodrama de Douglas Sirk o de una comedia protagonizada por Doris Day, el argumento acaba siendo lo de menos. El consabido chico conoce chica, trasladado a los tiempos en que las mujeres empezaban de secretarias y aspiraban a casarse con sus jefes (la conciencia feminista habría de esperar una década para desarrollarse).
La verdadera acción de la película está concentrada en los concursos mecanográficos, que convirtieron a la rapidez para escribir a máquina en una competición deportiva. La protagonista es la más veloz manejando la July, también conocida en su país de origen como «la populaire». Ella llegará a ser la campeona mundial de 1958, a pesar de que su nombre de Rose Pamphyle haga pensar en una chica más modosita. Sin embargo, esta joven provinciana sabrá sacar el máximo rendimiento a sus flexibles y ágiles dedos, fundiéndose con el teclado como si fuera una extensión de su propio cuerpo.