El Fondo Monetario Internacional reconoció el pasado miércoles que la troika (formada por el propio FMI, la Comisión Europea y el BCE) subestimó los efectos negativos de las políticas de austeridad aplicadas en Grecia, en un documento de revisión del programa de rescate financiero para Grecia de 2010.

Ante estas críticas, la CE defendió ayer el papel que ha desempeñado en la gestión de la crisis y rechazó en concreto dos puntos del informe del FMI, según el portavoz del Ejecutivo comunitario para Asuntos Económicos y Monetarios, Simon O'Connor. Respecto a la reestructuración de la deuda del país, señaló que «una quiebra sin control de Grecia en 2009 o 2010 hubiera tenido consecuencias devastadoras no solo para la zona euro, sino para la propia Grecia, y ésa es la clave». Respecto a las reformas, O'Connor indicó que la crítica del FMI está «simplemente equivocada y no tiene fundamento» y defendió que la CE «ha sido una gran impulsora tras la parte de reformas estructurales del programa».

El FMI matizó ayer el informe y dijo que los «fallos» deben ser valorados en el contexto de una «crisis excepcional» y la urgencia en actuar, y aseguró que «con la misma información habríamos hecho lo mismo», dijo Gerry Rice, portavoz del Fondo.

El ministro de Finanzas griego, Yannis Sturnaras, señaló que personalmente en su día ya había advertido de que se debía dar prioridad a las reformas y no a la reducción del déficit, y añadió que «es importante asumir nuestros errores y aprender de ellos». Quien no quiso entonar un mea culpa fue el presidente del BCE, Mario Draghi.