Txisko Fernández | Periodista
¡Hasta un verano muy próximo!
He decidido jugármela y, aunque no haya recompensa económica por medio, apuesto a que el verano llegará muy pronto (según el cálculo astronómico, el 21 de junio cuatro minutos después de las siete de la mañana). Lo siento por quienes ya han escrito en grandes titulares que este iba a ser «el año sin verano». Bueno, lo que siento es hastío por esa tendencia a proclamar a los cuatro vientos cualquier tipo de estupideces sin el menor rigor científico y pese a que ni siquiera sean coherentes con la experiencia personal que acumula cualquiera que lleve viviendo unos años en este país.
Por refrescar un poquito la memoria en estas vísperas estivales, solo recordaré las catastróficas inundaciones de 1983 -aquellas sí fueron catastróficas-, originadas por unas malditas, pero también habituales, lluvias torrenciales en pleno agosto; y la escasez de suministro de agua potable que padecimos algunos años antes y otros años después en las mismas zonas, provocada esta más por las deficientes infraestructuras hidráulicas que por una auténtica y pertinaz sequía veraniega.
No voy a mencionar aquí cuál es la temperatura media de un mes de estío en Euskal Herria, ni a perder el tiempo buscando los records de máxima y mínima alcanzados en las últimas décadas. Me da lo mismo, porque puedo apostar, sin temor a equivocarme, a que unos años ha hecho más fresco y otros, más calor; que ha habido días, e incluso semanas, de un bochorno insoportable; que también hay zonas donde el calor es «sano» y se aguanta mejor la subida del mercurio por encima de los 30 grados; que hemos pasado noches frescas-frescas, de esas que te dejan la garganta rota tras una gaupasa en las fiestas de cualquier pueblo; que ha habido, y habrá, semanas en las que no para de llover; que el arco iris ha salido muchísimas veces tras la tormenta y lo volverá a hacer; que el mar a veces se cabrea mucho y es mejor dejar el baño para otra ocasión...
Ya que voy lanzado, apuesto a que el verano llegará a su fin y dará paso a otro otoño. Y seguro que ningún medio se hará eco de semejante acontecimiento: el fin del verano que no fue. ¡Qué le vamos a hacer! Yo espero volver a este espacio dentro de quince días, una vez que hayamos disfrutado de una fogosa noche de San Juan, aunque sea bajo la lluvia. ¡Qué más da!