Antonio Alvarez-Solís Periodista
El Sr. Mueller
Yo no sé si el cándido Sr. Mueller se ha limitado a decir su colosal tontería a los cándidos americanos en la seguridad de que esta vaciedad puede resultar allí un argumento convincente para el espionaje. Si es así, produce espanto que el resto del mundo dependa de este imperio.
En suma, el Sr. Mueller es un cándido admirable o un mentecato irredimible. A mí me ha recordado su discurso ante la comisión del Congreso americano que se ocupa de estos fisgoneos el famoso monólogo de Gila sobre la guerra. Imagino su diálogo con la telefonista árabe: «Señorita, ¿es el Yemen? ¿tiene usted el teléfono del terrorista Sr. Mihdar? ¿Sabe si estará en casa? Soy el director del FBI. Por si acaso, le dejaré un recado».
Lo que llama la atención es que alguien sabía, sin embargo, los teléfonos de las personalidades importantes que tenían su despacho en las Torres, ya que no había en ellas ni una sola en el momento de la explosión. Al parecer estaban todos en el dentista.
Me pregunto, por tanto, ¿qué es más seguro, que los ciudadanos poseamos el número telefónico del Sr. Mueller o que el Sr. Mueller tenga los números nuestros?