El grupo suní Lashkar-e-Jhangvi (LeJ), responsable de varios ataques contra la minoría musulmana chií en Pakistán, reivindicó ayer el doble atentado del sábado en Quetta, capital de Baluchistán, que dejó al menos 28 muertos -catorce estudiantes universitarias, cuatro soldados, otras tantas enfermeras, un médico, el comisario adjunto de Quetta y cuatro atacantes-.

Un portavoz del grupo, Abubakar Siddiq, llamó el sábado por la noche a los medios locales para reivindicar los ataques.

El primero estuvo dirigido contra un autobús que transportaba a estudiantes y profesoras de la Universidad Sardar Bahadur Khan, la única instalación de la ciudad exclusivamente para mujeres. En el ataque murieron 14 estudiantes.

Una segunda bomba estalló 90 minutos después en el Complejo Médico Bolan, donde atendían a las heridas, algunas de ellas en estado grave.

«El ataque suicida contra el bus fue perpetrado por una de nuestras hermanas. Subió a bordo del autobús y se hizo estallar. Llevamos a cabo un segundo ataque suicida en el hospital y nuestros combatientes mataron a varias personas. Hicimos esto porque las fuerzas de seguridad mataron a nuestros combatientes y a nuestras mujeres en Kharotabad», señaló.

Según informó el ministro del Interior, Chaudhry Nisar Ali Khan, el asedio al hospital, donde se habían atrincherado cinco milicianos del LeJ, «duró varias horas y acabó cuando las fuerzas de seguridad asaltaron el edificio, en el que liberaron a 35 personas que habían sido tomadas como rehenes».

El pasado día 6, una incursión de las fuerzas de seguridad en una casa en Kharotabad, cerca de Quetta, dejó un saldo de cinco víctimas, tres presuntos milicianos y dos mujeres.

Ayer, las banderas ondeaban a media asta en los edificios del Gobierno. Corresponsales extranjeros indicaron que la población estaba conmocionada y en estado de shock, sentimientos que reflejaron los medios.