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El partido socialista alemán Die Linke quiere ser «100% social»

La formación socialista Die Linke celebró el pasado fin de semana su congreso antes de los comicios de setiembre sin mayores discusiones. Los delegados dieron una imagen de unidad y se centraron en la campaña, manteniendo abierta la opción de formar un tripartito con el SPD y los Verdes para terminar con el Gobierno de la canciller Angela Merkel.

Ingo NIEBEL |

550 delegados de Die Linke (La Izquierda) se reunieron en la capital sajona de Dresde para aprobar el programa electoral. El lema de la convención es también la consigna de su campaña electoral: «100% social». Su candidato, Gregor Gysi, presidente del grupo parlamentario del Bundestag, ha fijado como meta conseguir un resultado «con dos dígitos». Hace cuatro años Die Linke superó el 11% de los votos pero ahora los sondeos lo sitúan entre seis y ocho puntos. Está por ver si el congreso mejorará sus perspectivas.

Los delegados hicieron lo suyo para que la armonía dominara en el encuentro ya que las pugnas internas desde 2009 transmitieron el riesgo de que el partido pudiera separarse en su bloque oriental, formado por aquellas personas originarias de la República Democrática Alemana, y el occidental, que aglutina a exsocialdemócratas, sindicalistas e integrantes de otras sensibilidades izquierdistas.

El hecho de que el congreso aprobase el programa electoral con solo cinco votos en contra muestra que la cúpula formada por los dos presidentes de partido, Katja Kipping y Bernd Riexinger, ha encontrado una forma de integrar a «reformistas» y «anticapitalistas» al menos hasta el 22 de setiembre, día de las elecciones generales.

En política social, Die Linke propone incrementar del 42 % al 53 % el impuesto sobre los sueldos altos y fiscalizar con el 75 % los ingresos superiores al millón de euros. También apuesta por una subida a las herencias y patrimonios altos. Y es que en la última década los ricos se han hecho más ricos y los pobres más pobres.

Esa mayor presión fiscal supondría para las arcas del Estado 180.000 millones de euros, que servirían para incrementar la ayuda estatal para desempleados y otros necesitados de 382 a 500 euros mensuales y para financiar una pensión mínima de 1.050 euros. Los delegados acordaron también que el sueldo mínimo debería ser de 10 euros por hora y alcanzaría los 12 euros al terminar la legislatura en 2017. Otro aspecto es la proyectada abolición de los seguros privados de sanidad y sus sustitución por «un seguro para todos». Cada vez es mayor la diferencia entre los servicios médicos a los que un asegurado privado puede acceder mientras que se les niega a los clientes de los seguros estatales.

Respecto a la política exterior, Die Linke se ha mostrado muy cauto. De manera muy general aboga tanto por la retirada total de las Fuerzas Armadas alemanas de todas sus operaciones en el extranjero como por el cese de las exportaciones de armas. Dado que en los dos últimos años su cercanía a Cuba causó algunas informaciones tendenciosas y un debate interno muy fuerte, el partido se limita a solicitar que la UE abandone su Posición Común y que EEUU termine con el bloqueo a la isla. «Apoyamos la colaboración entre iguales y solidaria de países, como el ALBA en América Latina», señaló

El único punto de discordia, antes del congreso, provino de su expresidente, Oskar Lafontaine, quien cuestionó si determinados países de la zona euro deberían reintroducir sus monedas nacionales. «Aunque la Unión Monetaria Europea tiene grandes fallos de construcción, Die Linke no defiende el fin del euro» determinó el congreso, aprobando así el compromiso propuesto por Riexinger. Lafontaine, presente en el congreso, optó por callarse. Su compañera de partido y sentimental, Sahra Wagenknecht, vicepresidenta de Die Linke, criticó de forma general la gestión de crisis financiera de la UE. Para gobernar Die Linke tendría que formar un tripartito con el SPD y los Verdes pero ambos se resisten. La canciller Merkel sigue liderando las encuestas con el 41% de los votos, 17 puntos por delante del SPD. Los socialdemócratas han vuelto a escenificar la rivalidad entre su presidente, Sigmar Gabriel, y el candidato a canciller, Peer Steinbrück. La prensa de la derecha, empezando por el sensacionalista Bild, está preparando el terreno para reeditar la «gran coalición» de la CDU con el SPD.

Ambos partidos han copado el tema social, ofreciendo un tope para los alquileres en las ciudades, el sueldo mínimo y otros puntos que ya no son dominio único de Die Linke. El diputado Claus Roland reclamó desde las páginas del órgano oficial de su partido, «Neues Deutschland (ND)» «creatividad para descubrir nuevos nichos sociales».

Mientras la prensa alemana ha echado de menos la pugna entre las dos alas, el ND habla de un «triunfo de los reformistas» pero constata que «el congreso de Die Linke ha tranquilizado al partido pero no lo ha reconciliado». El resultado de 22-S será decisivo a este respecto.

consenso

El Congreso ha escenificado el fin de las divergencias que asolaban al partido desde 2009. Pero el resultado electoral en las elecciones de setiembre será decisivo para confirmar la reconciliación interna.

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