Germán Gorraiz López | Iruñea
¿Estallido de la burbuja bursátil?
Los inversores empiezan ya a sentir el vértigo de altura, ya que se espera que a lo largo de 2013 baje el porcentaje de los resultados que se destinarán a dividendos así como el número de empresas que los repartirán
El anuncio velado de que la Fed pueda retirar sus medidas de estímulo a la economía estadounidense a partir del mes de junio (en la actualidad destina 85 millones de dólares mensuales a la compra de activos), ha provocado el nerviosismo en Wall Street con tres jornadas consecutivas de caídas y con el Dow Jones de Industriales por debajo de la barrera psicológica de los 15.000 puntos, tras haber acumulado unas ganancias del 15 % en el 2013.
Ello, aunado con el preocupante dato de actividad manufacturero de China del mes de mayo, que según el índice gerente de compras (PMI) del HSBC demuestra que este sector entró en contracción tras siete meses consecutivos de expansión (la actividad industrial del mes de mayo sería de 49,6 puntos, por debajo del nivel de 50 puntos que indica expansión), ha provocado el efecto contagio en las bolsas asiáticas que por mimetismo, se extrapolará al resto de Bolsas.
Así, el índice Nikkei de la bolsa de Tokio, se ha desplomado un 6,5% hasta situarse en los 12.445,38 puntos debido a la drástica revalorización del yen con respecto al dólar y al euro y las pesimistas previsiones del Banco Mundial (BM), que ha reducido sus previsiones de crecimiento global para el 2013. Esto representa la mayor caída del principal indicador nipón desde marzo del 2011 tras haber acumulado unas ganancias del 30% en el presente 2013, no siendo descartable que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial y derive en una psicosis vendedora que podría terminar por desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil. Así, los inversores empiezan ya a sentir el vértigo de la altura, ya que se espera que a lo largo de 2013 baje el porcentaje de los resultados empresariales que se destinarán a dividendos así como el número de empresas que los repartirán y además, si los inversionistas comienzan a anticipar un freno a las políticas monetarias destinadas a reactivar la economía por parte de la Fed, podrían verse tentados de exponerse menos al riesgo, con el consecuente efecto bajista en las cotizaciones de las acciones.
Ello, aunado con el riesgo de un default controlado de los países periféricos europeos, las dudas sobre la capacidad de endeudamiento de EEUU, el esta- llido de la burbuja inmobiliaria en China (la inversión enfocada en el sector inmobiliario aumentó un 20,6% entre enero y mayo por lo que los expertos estiman que de producirse dicho crash causaría un impacto a nivel global diez veces superior al que provocó el colapso del emirato petrolero de Dubai), la existencia de factores geopolíticos desestabilizadores (Siria, Irán, Corea del Norte) y el regreso de la especulación en las commodities agrícolas de la mano de los fondos de inversión podría producir un nuevo crack bursátil en el segundo semestre del 2013.
Dicho estallido bursátil tendría como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado, y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.