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Raimundo Fitero

Tony

Ha muerto, de repente, James Gandolfini, el actor que daba vida a Tony Soprano, el capo di capi, en una de las series televisivas que en los últimos años se ha convertido en una referencia en cuanto a calidad, ambición artística, respuesta de las audiencias y traslado de una idea del mundo hacia la sociedad a partir de una ficción audiovisual. «Los Soprano» han marcado una línea positiva. Y entre los muchos factores que han contribuido a esta magnificencia de sus valores, está la de hacerse con un espléndido reparto, en el que destacaba Gandolfini, muerto precisamente en Roma, al parecer de un infarto. Y la no confirmación de las causas de su muerte nos pueden colocar ante las dudas de que pueda ser motivada por alguna acción de venganza de las muchas familias mafiosas que se pudieron sentir aludidas, identificadas, vilipendiadas por la excelente serie.

Con «Los Soprano» se decidió parte de la industria del entretenimiento americana a verter en lo que se consideraba un género menor, la televisión, todos los elementos creativos suficientes para configurar una serie con calidad visual de cine, con un reparto elegido por sus capacidades creativas y no por sus valores añadidos de popularidad, y dejarlo en manos de unos guionistas que llevaron la tramas a lugares de una profundidad discursiva y narrativa desconocidas y que se plasmaban en un lenguaje realista, reconocible, pero cargado de entidad artística.

Por ello, la muerte de James Gandolfini, se ha sentido de manera universal. Era, para parangonar un título de película de mafiosos, «uno de los nuestros». Lo habíamos tenido formando parte de muchas horas de nuestra vida en la que una dedicación principal era el seguimiento de sus acciones, de su crueldad mezclada con su sensiblería para tratar los asuntos familiares. El desmontaje de la imagen heroica de un capo mafioso, a partir de un actor cuyo cuerpo y cara eran absolutamente vulgares, pero que se convertían en materia artística en cada mirada triste, en cada gestualidad radicalizada por la creación de un personaje complejo y próximo a la vez, al que dio trascendencia y colocó en el imaginario de millones de telespectadores.