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EEUU, entre la necesidad de pactar con el enemigo y los recelos de su aliado

Tras tragarse el sapo de tener que negociar con un enemigo talibán que le sigue combatiendo en suelo afgano, Washington se ha topado con otro escollo. El Gobierno de Kabul denuncia su marginación y amenaza con complicar, desde su propio flanco, la retirada ordenada de EEUU.

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Dabid LAZKANOITURBURU

La furibunda reacción del Gobierno de Kabul ante la apertura de una oficina diplomática talibán en Doha y ante la confirmación por parte de EEUU de su intención de entablar cuanto antes negociaciones con su enemigo ha pillado a Washington a contrapie, y le ha obligado a escenificar una marcha atrás.

Se barajaba la fecha de ayer para el primer contacto bilateral, pero el Departamento de Estado, que no la había confirmado oficialmente, lo desmintió tras varias llamadas telefónicas de John Kerry al presidente del Ejecutivo títere, Hamid Karzai.

Karzai se siente ninguneado en este nuevo escenario y exige que las negociaciones tengan lugar en suelo afgano para recobrar protagonismo. El hecho de que la oficina diplomática talibán haya sido bautizada con el nombre de Emirato Islámico de Afganistán ha sido la gota que colma el vaso. Con esa denominación, los talibanes reivindican que no son ni un partido ni una organización armada sino el gobierno legítimo de Afganistán.

Temor a ser los paganos

Más allá de cuestiones semánticas, la reacción del Gobierno de Kabul al anuncio de negociaciones entre Washington y los talibanes evidencia el temor de aquel a que EEUU coga sus trastos y salga corriendo de Afganistán, dejándole a la deriva y a merced de los insurgentes.

Así las cosas, al anunciar la ruptura de sus propias negociaciones con Washington de cara a permitir que un retén de tropas permanezca en el país después de la retirada general de finales de 2014, el Gobierno de Kabul utiliza su único arma.

EEUU quiere mantener esa presencia estratégica en el país y exige además inmunidad diplomática para sus soldados. Esa exigencia fue rechazada en su día por el Gobierno iraquí, lo que fue decisivo para que el Pentágono no dejara ni un soldado ocupante en el país árabe.

Pero el asunto va más allá. El Gobierno de Kabul, que responde a una alianza entre señores de la guerra de la Alianza del Norte (tayikos), del oeste (minoría hazara) y del noroeste (uzbekos), aspira a no quedarse al fin descabalgado y negociar directamente de lo suyo, en el argot «de la reconciliación entre los afganos». Y desconfía, no sin razón, de que EEUU vaya a representar sus intereses.

BOMBARDEO

Nueve personas, insurgentes según la OTAN, murieron ayer en un bombardeo aliado en la provincia central de Logar. Otras seis personas, entre civiles, soldados y un rebelde, murieron en ataques y atentados.

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