ANÁLISIS | nuevo entrenador del athletic
Esencia Valverde
A Ernesto Valverde algunas voces interesadas le pintan como un «pacificador» que llega en el momento justo. La realidad es que llega un técnico contrastado, dialogante pero inflexible, que se gana a sus jugadores, amante del fútbol ofensivo. Como un guante. Como lo fue Bielsa.
Joseba VIVANCO
Sus maestros futbolísticos han sido técnicos como Clemente, Cruyff, Heynckes, Irureta, entre otros. Del primero mamó su manera de conectar con el jugador, de inocularle su intensidad para llevar el equipo adelante; del segundo, la perfección del juego, la minimización del error. Aseguraba Ernesto Valverde en su presentación del viernes que lo mismo que los Iraola, Gurpegi o Iraizoz a los que entrenó tiempo atrás habrán evolucionado desde entonces, ellos y él mismo mantienen la misma y reconocible esencia. El Valverde de hoy, ocho años después de su salida nada amistosa del Athletic presidido entonces por Fernando Lamikiz, es un entrenador que haciendo honor al mote puesto en su día por la habitual verborrea ante los micrófonos del `Rubio de Barakaldo', Txingurri, se ha ido haciendo como una hormiga un nombre en el complicado panorama futbolístico de los banquillos. «Entiendo a los ludópatas, entiendo a los que están enganchados. Es que el fútbol tiene una parte que te engancha», ha reconocido.
Ernesto Valverde (Viandar de Vera, Cáceres, 1964) viene de dejar buen poso en Valencia en solo unos meses, tras triunfar en Grecia, donde conquistó tres Superligas al frente del Olympiacos, mientras que dejó un grato recuerdo en sus etapas anteriores en el Athletic, entre 2003 y 2005, y en el Espanyol, con el que fue subcampeón de la Copa de la UEFA en 2007. Sufrió, sin embargo, una mala experiencia en los seis meses dirigiendo al Villarreal, donde no pudo continuar el legado de Pellegrini.
Lejanos quedan sus tiempos de futbolista, de aquel Ernesto veinteañero que cambió el Alavés por el Sestao escribiendo sus propias cartas de presentación en casa junto a su hermana, sin agentes de por medio. Del futbolista profesional que aprehendió de cada técnico, que se sacó el título de entrenador juvenil en su última etapa como jugador en el Athletic, que lo fue completando en su estancia en Mallorca -lo mismo que sus estudios de fotografía-, que luego guió al cadete rojiblanco al campeonato mundial de la categoría en Manchester, que tomó el relevo de Heynckes en el banquillo del primer equipo... El veterano periodista Eduardo Rodrigálvarez escribió hace años sobre el ideario futbolístico de Valverde que «todo comenzó en Lieja», en aquel desatado 1-7 de diciembre de 2004 enmarcado en la memoria colectiva rojiblanca. Quién sabe si ahora podrá acabar con igual éxito aquella obra de arte.
El nuevo técnico del Athletic gusta del fútbol de ataque, de darle amplitud al campo, de dar protagonismo a las bandas, de presionar arriba para robar y tras pérdida, de mantener el balón alejado de la portería propia, del futbol rápido más que del toque, de evitar al máximo los errores que penalizan. «No se gana con la posesión, sino con las ocasiones», forma parte de su ADN balompédico. El 4-4-2 y el 4-2-3-1 son sus esquemas más recurrentes, otorgando una gran importancia a las jugadas de estrategia a balón parado, tanto en ataque como en defensa. Y de lo que no cabe duda es de que querrá hacer del nuevo San Mamés un fortín.
Ese es el Valverde sobre el césped. Pero hay un Valverde de puertas adentro, el que lidera el vestuario, lo único que de verdad tiene importancia en todo este circo del fútbol, dice. «Las dosis de generosidad que puedas tener tú y las que puedan tener ellos, es la clave, porque aunque todo el equipo no va a estar contigo, tendrás de tu lado una gran parte», aleccionaba.
El látigo no va con él, ni el ordeno y mando. Algunos quieren verle como un `pacificador' tras el exigente legado de Marcelo Bielsa. Ni siquiera es amigo de las charlas largas. Convencer con la palabra es su máxima, con las palabras claves, hacerse entender. Sumar a los jugadores a su causa. Por las buenas. Pero quien se la hace, la paga, y no le duelen prendas en apartar del equipo a Yeste o Del Horno o irse del Espanyol porque la directiva no quiso deshacerse de jugadores que él no quería allí. Cercano, pero a la vez no se casa con nadie. Hay quien dice que se asemeja más a Del Bosque que a Mourinho. Y por eso en la Junta Directiva creen que es el apropiado y que llega en el momento apropiado, a pesar de confesar que tiene la «sensación permanente de estar de paso», siempre de un lado para otro, como futbolista y entrenador. «Para el aficionado somos unos mercenarios y ellos unos sufridores. Y no se tiene en cuenta que igual estás en un sitio y al día siguiente piden tu cabeza. Sí tengo la sensación de estar de paso. Y encima, el que te está diciendo que eres el mejor porque has llegado a una final, al día siguiente te dice que te vayas porque eres un paquete», ha dicho.
Porque ante todo Valverde defiende al jugador. «Al jugador de fútbol se le exige que con 20 años sepa manejar circunstancias excepcionales, que hable en público, aguantar al entrenador, saber manejar a la prensa, no creerse Dios porque la gente te grite porque has metido dos goles, tener esa dosis de autoestima para no hundirte cuando fallas... Tienes que saber un montón de cosas cuando tienes 21 años. Cuando tienes 25 años has vivido un montón de cosas que otra persona quizá no lo viva en 10 o 20 o más años. Eso es un aprendizaje increíble porque el fútbol es un curso acelerado de la vida real. En un año te han subido arriba y bajado a lo más profundo, uno te ha engañado, te ha robado dinero, te has comprado un coche y te van llamando gilipollas por la calle... Yo estoy de parte del jugador», defendía en una conferencia compartida con el gran periodista Eric González.
Profesional, preparado, enamorado del fútbol, amén de una riqueza cultural que expresa a través de su pasión por la fotografía, esa que fraguó a partir de aquella Canon que un amigo le trajo de la mili en Canarias. Dos pasiones entrecruzadas: «Tanto en una foto como en un equipo buscas el equilibrio de las cosas. Ambos dependen de los elementos que tengas». Y él se suele apañar más que bien con los que le toca.
Hermano del dibujante de cómic e historietista Mikel Valverde, amigo íntimo del escritor y cineasta David Trueba -«Ernesto es eléctrico», le define-, de Ruper Ordorika, de Bernardo Atxaga. Como escuetamente respondió Pep Guardiola cuando le preguntaron por la vuelta de Txingurri de Grecia a la Liga española, «se recupera un gran fotógrafo». Y el Athletic, hoy, un entrenador que casa como un guante. También Bielsa, en palabras de Josu Urrutia dos años atrás. Valverde tiene un reto ilusionante pero a la vez complicado. Estadio nuevo en toda su extensión, equipo por refrendar expectativas, Europa en el horizonte... Y sin olvidar las escaramuzas mediáticas e interesadas que viven en un perpetuo periodo electoral, un presidente en su punto más bajo de popularidad, una Junta Directiva a mitad de mandato y todas sus esperanzas puestas en el nuevo entrenador. Un «tipo muy afortunado», se reconoció el viernes. Pues que la suerte le acompañe.