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Carlos GIL | Analista cultural

Narros

Cuánto dura el dolor por la desaparición de los seres queridos y admirados? Miguel Narros ha sido una de las personas más influyentes e importantes del teatro estatal en los últimos cincuenta años. Su inesperada muerte se convierte en una preciosa metáfora ya que hacía apenas una semana que se había estrenado su última dirección. Le pilló trabajando, en escena hasta casi el último suspiro. Admirable trayectoria. Deja un legado vivo, con una obra recién estrenada más todo el repertorio de su propia compañía. ¿Hasta cuando le guardamos duelo?

Se van acumulando ausencias. Vivir es remodelarse con los recuerdos y la memoria convertida en guía de afectos y efectos secundarios. Asumir el relevo, completar la soledad sobrevenida con decisiones heróicas. Buscar en la oscuridad el camino hacia el reconocimiento y la supervivencia. Admitir influencias, magisterios, amores y desacuerdos. En el mundo artístico el duelo solamente se puede sustanciar en una explosión de admiración. Incluso la sobreactuación forma parte del aprendizaje. Una vez acabado el acto plañidero, llega el auténtico homenaje.

En teatro no basta con los documentos mecánicos para estructurar una historia identificable. Es un arte tan intangible que vale más esa sensación causada por un gesto del  actor en aquella obra que viste hace treinta años y que te acompaña cada vez que sueñas con una obra de Shakespeare, que diez mil vídeos  y todos los archivos de documentalistas para reconocer que Narros ha sido muy importante en tu vida profesional. Y eso acaba siendo una influencia positiva y fundamental si decides vivir para el teatro, como nos enseñó Miguel. Por siempre.

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