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Jon Odriozola | Periodista

El rapto de Europa

 

Pero ¿ha habido un «rescate» de España por parte de la Unión Europea o no? Para que haya un «rescate», tiene que haber un secuestro previo. Y sí, lo ha habido, sobre los bolsillos de los asalariados por parte del Gobierno español para salvar varios bancos chapuceros pero ávidos de codicia. Aunque no son ellos, exclusivamente, los causantes de la crisis, ni el fraude fiscal o los paraísos fiscales, que también, sino la crisis estructural del modo de producción capitalista.

Presume el Gobierno de haberse resistido a sufrir un «rescate», pero ¿por qué no aceptarlo deportivamente si se es miembro de la Unión Europea? Al parecer, en ese numantinismo tan spanish, se procura la conservación de la soberanía patria frente al enemigo, pero ¿qué enemigo? ¿el sarraceno? ¿Bruselas? ¿la señora Merkel? ¿Dónde queda, entonces, la Unión Europea? ¿O no hay tal? ¿Dejaron Portugal y Chipre de ser soberanas al ver capitidisminuidas sus economías? ¿En qué quedamos: se está en Europa o en una casa de putas?

Se responde que el proyecto de integración europea nació después de la II Guerra Mundial como bálsamo contra las rivalidades internas. Es falso: esa idea fue original de los nazis. El imperialismo alemán quiso transplantar su modelo federal al continente europeo. Los planes del III Reich aseguraban que mantendrían intacta la soberanía nacional de los estados miembros de Europa. En la futura Europa nazi no habría amos ni siervos, sino socios. No se trataba de que un estado o grupo de estados dominara a otros, sino de que se establecería una relación de alianza y lealtad mutua en vez de los métodos imperiales de la era anterior. Su unidad debe ser tan firme como para que nunca más pueda haber guerra entre ellos. El problema europeo solo se puede resolver sobre una base federal, es decir, unirse en una comunidad de estados europeos o una confederación europea. Hasta la fracasada constitución europea -tan grata para ciertos «progres»- fue una iniciativa de los nazis. El borrador nazi de Constitución para la Nueva Europa proclamaba el derecho de cada país a organizar su vida nacional como considerase adecuado, siempre que respetase sus obligaciones hacia la comunidad europea.

En 1943, Cecile von Renthe-Fink, diplomático de Hitler en Dinamarca, decía que Alemania deseaba unir a Europa sobre una base federal; proclamaba que no había intención de inmiscuirse en los asuntos internos de otros países. En marzo de 1943, se habían trazado planes muy avanzados para una confederación europea. El europeísmo es, pues, un invento nazi. Si se leyeran extractos de los discursos de Goebbels, Ribbentrop o Hitler, sin mencionar la fuente, nos parecería oír la música actual. Y también la letra. En Stalingrado se desvanecieron los sueños nazis. Hoy resurgen, pero con dos o tres velocidades entre ellos mismos. Pero no veremos pasar su cadáver sentados en el quicio sin movernos.

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