Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García, Ramón Balenziaga | Etikarte
La verdad total o parcial de los planes de pacificación
Dos proyectos distintos de pacificación para un mismo pueblo: El 11 de junio de 2013 se hacía pública la Propuesta del Lehendakari, Plan de Paz y Convivencia 2013-2016. Dos días después, salía a la luz el llamado Plan de Derechos Humanos, Recuperación de la Memoria y Convivencia 2012-2015, de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Todos, pero en particular los guipuzcoanos, nos hallamos ante la existencia de dos planes de pacificación distintos, provenientes de mentalidades diferentes y radicalmente contrapuestas, que necesariamente han de influir entre sí, para bien o para mal. Por ello, los responsables de estos planes tendrán que definir y valorar los objetivos que pretenden con ellos, a fin de que sirvan para «bien» o «mal» de todo el pueblo y no para su confusión.
2.- La referencia a la verdad compartida por todos, base de la convivencia pacífica de todos: La convivencia pacífica en el respeto y cumplimiento de los derechos humanos (derecho a la vida, a la integridad física, a una vida digna, etc...) solo se entiende y se desarrolla en el ámbito de las relaciones interpersonales, por medio de la comunicación y la palabra. Es esta comunicación la que hace de la verdad un valor fundamental sin la cual no hay respeto a las personas ni paz social. Sin la afirmación de la verdad de los hechos no se entiende la lucha por la justicia ni el valor y la firmeza de los microacuerdos relativos al pasado, presente y futuro, ni el compromiso por la paz, la reconciliación y la recuperación de la memoria histórica. Por ello, todos los grupos hacen referencia a la verdad, a pesar de ser grupos contrapuestos, pues nadie quiere ser tachado de «políticamente» mentiroso. Esta realidad merece ser analizada.
Comencemos por las palabras que utilizamos: paz, pacificación, proyecto político, violencia, víctimas, político, legítimo, memoria... Pueden ser utilizadas para significar realidades diferentes por la diversidad de significados, que no son neutros en la creación de juicios que se puedan hacer. Ignorar esto o buscarlo positivamente es el origen de graves «mentiras», manipulaciones y errores interesados.
Otra forma interesada de utilización de palabras en sí neutras consiste en utilizarlas para significar la totalidad o la parcialidad de lo que se quiere decir u ocultar. Esto sucede muchas veces con los juicios históricos. Siendo verdadera la memoria histórica relativa a una narración parcial de lo sucedido, puede convertirse en falsa o manipuladora si se hace a esa memoria parcial extensiva a todo lo sucedido, y viceversa. Diversas memorias históricas particulares pueden ser verdaderas o falsas según se mantengan o no en los límites de su visión parcial o pretendan ser la expresión de la totalidad.
Estas consideraciones elementales sobre la «verdad política» no son superfluas, y menos en este momento. Nos ayudan a situarnos en el esfuerzo para avanzar en una pacificación vista desde la totalidad de las representaciones políticas y ayudan, además, a que los legítimos intereses de los diversos partidos y opiniones se integren en la verdad total de lo que ha sucedido en nuestro pueblo.
3.- La calidad humana de nuestra convivencia pacificada: La voluntad de crear una convivencia pacificada, sostenida por la verdad de lo sucedido, no puede ignorar otra dimensión de la verdad de esa memoria histórica recogida, sea parcial o total. Se trata de la valoración que ha de realizarse desde el respeto escrupuloso a la vida de toda persona. Independientemente de las palabras que se utilicen, los acontecimientos referidos a las acciones terroristas y a la violencia de ETA y sus consecuencias para la convivencia social en Euskal Herria han de ser objeto de una valoración crítica a partir de este valor fundamental, utilicemos o no la palabra «ética».
El grado de acuerdo sobre estas cuestiones a partir de la verdad que ha de fundamentar la convivencia es lo que define la calidad humana de la misma. Una de las exigencias de esa verdad política ha de ser el reconocimiento de la legitimidad de los espacios de libertad individual y social propios de la democracia política. Sería lamentable que por defender una determinada opción política haya de reducirse lo que ha de ser el contenido de la misma compartida por la totalidad de los que formamos este pueblo. Desde esta perspectiva, los contenidos de los llamados microacuerdos previstos en el Plan de Paz del Gobierno Vasco adquieren una importancia fundamental, mayor de lo que se podría dar a entender en su formulación.