Por cinco votos a cuatro, el Tribunal Supremo estadounidense dio la razón a Edith Windsor, de 84 años, que tras 40 años de relación con su esposa Thea Spyer, con quien se casó en 2007, se encontró tras quedarse viuda con que tenía que pagar más dinero para poder percibir la herencia que en el caso de parejas heterosexuales.

A Windsor se le aplicó la Ley en Defensa del Matrimonio (DOMA) de 1996, aprobada bajo la presidencia de Bill Clinton y que limita más de mil derechos federales en materia de impuestos, pensión o sanidad a los matrimonios formados por un hombre y una mujer.

Con este dictamen, el Supremo ha abierto la puerta a que miles parejas de homosexuales que ya han contraído matrimonio en los estados en que es legal puedan reclamar beneficios hasta ahora inaccesibles.

Barack Obama -el primer presidente estadounidense en expresar en público su apoyo a los matrimonios entre personas del mismo sexo-, consideró que este fallo representa «un paso histórico para la igualdad».

«Esa ley trataba a las parejas gais y lesbianas que se aman y se comprometen como una clase diferente e inferior de gente. La Corte Suprema ha corregido ese error, y nuestro país es mejor por ello», declaró.

«Es una victoria para las parejas que han luchado por un tratamiento equitativo bajo la ley, para los niños que verán cómo se reconocen los matrimonios de sus padres como legítimos, para las familias que, por fin, lograrán el respeto y la protección que merecen, y para los amigos y simpatizantes que no han deseado nada más que ver cómo se trata de forma justa a sus seres queridos y cómo su país cambia para mejor», destacó.