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Jesus Valencia | Educador social

Entre Noain y Culloden

Como los navarros en Noain, los escoceses sufrieron aquel 16 de abril de 1746 una sangrienta y definitiva derrota; desde entonces, siguen formando parte del Reino Unido

Un año más, el recuerdo de la batalla de Noain ha removido nuestros sentimientos patrios. Importante fecha que siempre debiéramos de recordar; si olvidamos nuestra condición de pueblo conquistado, estamos entregando nuestra conciencia a los conquistadores.

En julio de 1512 fue la superioridad militar de las tropas castellanas la que obligó a los regidores de Iruñea a entregarla. La disyuntiva que les planteara el Duque de Alba era inapelable: o rendición o saqueo. Si creyó el Duque que los navarros se le habían sometido, estaba muy equivocado. La población navarra observaba con mirada torba a quienes la sojuzgaban y esperaba impaciente el día de la sublevación. Cuando corrió la voz de que regresaba el rey natural, la sociedad conquistada se alzó. Fueron varios los intentos y todos ellos fracasaron pero no cundió el desaliento ni los navarros dieron por perdido su Reino. Habían transcurrido nueve años, y aquel verano de 1521 fue diferente. Las tropas de la Corona navarra regresaron reforzadas y pudieron, al fin, reconquistar la capital. El entu- siasmo fue general y las adhesiones al ejercito libertador, muy extendidas. Pudo haber sido el momento de la restauración pero, lamentablemente, ocurrió lo contrario. Errores propios y fortalezas ajenas se encargaron de convertir la victoria inicial en derrota definitiva. La batalla de Noain fue demoledora y las mieses amari- llentas se tiñeron de rojo. El Ejército navarro sufrió un descalabro que supuso su liquidación y España volvió a recuperar un Estado que no le perte- nece y que sigue reteniendo bajo conquista. Noain supuso el último intento del Reino de Navarra por ahuyentar a los usurpadores.

Corría el siglo XVIII y los escoceses soportaban de muy mala gana el yugo que la Corona inglesa les había impuesto. Refugiados en sus montañas de las Tierras Altas, maduraron los diferentes clanes la posibilidad de agruparse para expulsar a sus conquistadores. Identificados como jacobitas -y con más valor que pertrechos- se alzaron en armas. El levantamiento de aquellos patriotas tuvo su capítulo final en la batalla de Culloden. Como los navarros en Noain, los escoceses sufrieron aquel 16 de abril de 1746 una sangrienta y definitiva derrota; desde entonces, siguen formando parte del Reino Unido. Ingleses allá y españoles acá se ensañaron con los vencidos y tomaron contra ellos duras represalias.

Han pasado los años y la memoria de aquellos trágicos hechos sigue viva. La creciente referencialidad de la batalla de Noain es todavía débil si se compara con el tratamiento escocés. En lo que fuera escenario del combate, han construido un Centro de Interpretación de la batalla; sorprende el despliegue de medios audiovisuales que utilizan para recrearla. Culloden no es una exaltación del militarismo; es lugar de peregrinación obligada para quienes quieren mantener viva su memoria de pueblo colonizado. Pienso que también nosotros pudiéramos construir nuestro propio centro de interpretación de la batalla y visitarlo con veneración.

Culloden allá y Noain acá, son apelación a la conciencia nacional de dos pueblos que siguen sometidos.

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