Raimundo Fitero
Pablo
Toda la caspa tertuliana se convierte en cuchillos acerados cuando tienen delante a una de las estrellas emergentes en todos los platós que se precien. Se llama Pablo Iglesias, de segundo apellido Turrión, tiene un currículum académico brillante y es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Si en vez de argumentar, discutir, debatir, poner ideas sobre los gritos, les enseñara su hoja de servicios, su cualificación, los másters realizados en diversas universidades, los libros escritos y las intervenciones en diferentes foros, ya deberían rendirse, pero no, como españoles de casta esos cavernícolas se crecen como el toro ante el castigo que les inflinge de manera notoria.
Es el coco, y ya hay consignas en todas las tertulias: interrumpirlo, insultarle, descalificarlo porque ha escrito mucho sobre «Desobediencia civil». Ver a esa troika de paniaguados marianistas formada por esos periodistas de salón como son Eduardo Inda, Francisco Marhuenda y Alfonso Rojo, saltando a la vez, con una desvergüenza clasista y falta de educación manifiesta, como gamberritos fanáticos con descalificaciones fascistoides, es una circunstancia tan repetida como patética.
Posiblemente les enfada que hable de manera severa, argumente, vista con estudiado desaliño, lleve barbita recortada, melena laga recogida en coleta y se haya convertido en el más solicitado. Es decir, un futurible. Alguien que seguirá dando clases, que seguirá apareciendo en la tele, que concitará la fobia de la extrema derecha mediática pero que es un problema para ellos, porque tiene más cuajo, más personalidad, más criterios y habla con espíritu docente y no como los otros, que ladran para defender al que les da el pan y el chalet.
No hay que hacerse demasiadas ilusiones, este joven Pablo puede ser mañana un Pablo integrado. Sus ideas políticas son interesantes, no parece tener militancia partidista y puede convertirse en un líder. Al menos está formado, tiene cimientos, y, algo muy importante, telegenia y una paciencia descomunal y llega muy entrenado televisivamente porque dirigía en TeleK, la tele de Vallecas, una tertulia política. Ahí les duele.