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CRÓNICA | CLÁSICA

Reencuentro agridulce

 

Mikel CHAMIZO

Fue hace una década, en octubre del 2001, la segunda y última vez que el Orfeón Donostiarra actuó junto a la Filarmónica de Berlín. En aquella ocasión la coral fue requerida en la capital alemana por Daniel Barenboim, con objeto de cantar una “Misa en fa menor” de Bruckner que se saldó con un importante éxito, a tenor de las críticas. No obstante, la colaboración habitual que se esperaba entre ambas formaciones se quedó en nada con la entrada de Simon Rattle a la dirección musical de la Filarmónica un año después. Quizá por la sombra de ese despecho, el reencuentro del sábado entre el Orfeón y orquesta, propiciado por la organización de Ibermúsica, el más prestigioso ciclo de conciertos de Madrid, no estuvo exento de cierto sabor agridulce para los numerosos aficionados vascos que estábamos en la sala.

La interpretación del «Réquiem» de Fauré no fue, por añadidura, todo lo perfecta que se podía esperar de la unión de dos fuerzas semejantes. Hay que señalar que la Filarmónica de Berlín llegaba con tres días consecutivos de conciertos a sus espaldas, repitiendo en el Teatro Real la agotadora «Novena» de Beethoven junto a otro coro de raíces vascas, el Coro Intemezzo, que tiene su sede social en Donostia. Desconozco cuántos fueron y cómo se articularon los ensayos con el Orfeón, pero la incomprensión entre orquesta y coro resultó evidente en demasiados momentos. Rattle, un director muy subjetivo, apostó por un Fauré de carácter, con mucha flexibilidad de tempo y riqueza de matices en la orquesta, a lo que el Coro, más preocupado por la belleza de su propio sonido, respondió con cierta rigidez. El Orfeón ha cantado este «Réquiem» infinidad de veces y lo hace muy bien: saben cómo abordar cada coma de la partitura para hacer una versión propia muy reconocible en su extrema dulzura y blancura tímbrica, con unos cambios dinámicos que oscilan entre el pianísimo, marca de la casa, del «Introito» y la vocalidad furiosa del final del «Libera Me». Su versión de este «Réquiem» es estupenda, pero el problema es que esta vez deberían haber hecho la versión de Rattle y no la suya. Se llevaron una buena ovación cuando el director les levantó al final de la interpretación, pero los aplausos, en general, fueron tibios para este «Réquiem» que, esperamos, no sea tal para la relación entre la Filarmónica y el Orfeón.

Ficha

Lugar: Auditorio Nacional, Madrid.

Fecha: 29 de junio de 2013.

Intérpretes: Orfeón donostiarra y Filarmónica de Berlín; director, Simon Rattle.

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