Golpe militar en Egipto: una historia que sí rima
Egipto contiene la respiración mientras el ultimátum dado por el Ejército al asediado presidente Mursi ha expirado. El golpe de Estado sigue un guión orquestado por los mismos que sostuvieron al «faraón» Mubarak durante más de 30 años. Mientras el pueblo egipcio hacía frente a un desempleo crónico y a un iletrismo que casi llega a un cuarto de la población, Mubarak oprimió políticamente y brutalizó a la oposición desde una posición de broker entre el mundo árabe e Israel. Y lo hizo con la luz verde de su aliado y benefactor americano, el silencio europeo y la complicidad de su «socio en la paz», Israel. Curiosamente aquellos que han dado el beneplácito al golpe militar.
Apenas un año después de ganar las elecciones y teniendo que hacer frente a un legado de 30 años de dictadura, no parece que los seguidores de Mohamed Mursi -ni quienes aun no siéndolo e incluso criticándolo defienden su legitimidad democrática- vayan a ceder en su voluntad de defender su voto y la revolución de la que se sienten parte. Para muchos, para millones de egipcios, está en juego la idea de que Egipto pueda regirse de acuerdo a principios islámicos y todo indica que las diferentes facciones del Islam político no se van a quedar de brazos cruzados. El momento es crítico. En la década de los 90, el islamismo se clandestinizó y apostó por la violencia. La historia, ahora, sí rima.