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golpe de estado en egipto

La pregunta de difícil respuesta de la que huyen todos los egipcios

Abdelbari ATUÁN | Redactor jefe del diario Al Quds al Arabi (Al Quds al Arabi, 01/07/2013)

La pregunta que se impone en estos momentos, después de que salieran miles de opositores del presidente Morsi a manifestarse en Tahrir y ante el palacio de la Presidencia, es la siguiente: ¿Qué hacer ahora? ¿Qué va a pasar hoy, mañana, en los próximos meses?

Reconozcamos una verdad en la que todo el mundo debe detenerse: Egipto vive una situación crítica que se agrava, que se complica cada minuto y que discurre en paralelo a una división cada vez más peligrosa a todos los niveles. La única institución íntegra es la del Ejército que vigila la situación de cerca y estudia sus opciones, todas ellas inquietantes y sin garantías.

La institución militar, representada por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa, Abdelfattah Sisi, dio a la oposición y al poder un plazo (...) para solucionar la crisis o de lo contrario se pondría de parte del pueblo e intervendría para impedir el colapso del Estado y sus instituciones. Ese plazo concluyó y la crisis sigue como estaba si no peor. ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿El Ejército cumplirá sus amenazas, se hará con el poder y declarará el estado de excepción y la ley marcial?

La posibilidad de las soluciones intermedias es inexistente ya que cada una de las partes de la crisis se atrinchera en su posición y se niega a dar marcha atrás ni un solo milímetro. Los opositores del presidente Morsi corean lemas pidiendo la marcha del presidente y elecciones presidenciales anticipadas desde antes de las protestas. Por su parte los partidarios del presidente insisten en que él le respalda la legitimidad al haber sido elegido por el pueblo y debe seguir en la Presidencia otros tres años más.

El presidente no se va a marchar respondiendo a las manifestaciones que así se lo piden aunque salgan millones de personas a la calle, pero se verá obligado a hacerlo si interviene el Ejército y se hace con el poder al igual que sucedió tras la revolución del 25 de enero pero esta vez con una gran diferencia: el presidente Morsi es un presidente elegido y apoyado por un amplio sector de la población y el presidente Mubarak era odiado por la mayoría aplastante de los egipcios.

Supongamos que el Ejército egipcio interviene finalmente y asume el poder cumpliendo sus amenazas y encuentra que este paso es bien recibido por el pueblo ¿Recibirá también la élite egipcia, la del poder y la de la oposición, esa intervención? Si no acepta ese paso, y ya la hemos oído corear antes «que caiga el gobierno militar», ¿cómo va a reaccionar? ¿Se echará a la calle?

Añadimos otra pregunta necesaria: si el presidente Mursi se somete a las demandas de la oposición y acepta las elecciones anticipadas y éstas se celebran y las vuelve a ganar ¿aceptará la oposición los resultados de esos comicios? ¿Respetará la opinión del pueblo y la sentencia de las urnas o volverá de nuevo a las calles?

Miente quien diga que tiene las respuestas a estas preguntas o a alguna de ellas, porque el odio es el amo de la situación y la incitación contra el otro es el titular principal de la crisis. Es imposible plantear soluciones intermedias creativas por muy pacíficas y patrióticas que sean las intenciones de quien las plantee, y aunque ponga los intereses de Egipto por encima de cualquier consideración (...)

Traducción: Fundación Al Fanar

Artículo publicado por Rebelión

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